4. Estándares de calidad ambiental

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4.1 Calidad del aire
4.2 Situación climática
4.3 Situación de ruido
4.4 Oferta hídrica
4.5 Calidad del agua
4.6 Calidad del suelo
4.7 Áreas aptas para la explotación agropecuaria y forestal
4.8 Condiciones de los biotopos (funciones especiales de los biotopos)
4.9 Calidad de los alimentos

 

4.1 Calidad del aire

La expulsión de sustancias hacia la atmósfera depende de las condiciones en que se realiza la emisión y de las condiciones meteorológicas reinantes, y conduce a un aumento de la concentración de agentes contaminantes en la atmósfera con respecto al nivel básico natural. El ser humano solamente puede influir sobre la capacidad del aire para dispersar, descomponer o depositar las sustancias tóxicas en un ámbito espacial muy pequeño, y esto sólo se logra dentro de límites relativamente estrechos (por ejemplo, factores topoclimáticos).

La inmisión puede definirse en términos de masa de una sustancia en función del volumen de aire contaminado (por ej.: mg/m3). Especialmente cuando se trata de gases, tales estándares se expresan como concentración volumétrica (por ej.: cm3/m3). El material particulado y los polvos se definen como concentración de partículas (por ej.: l/cm3) o, cuando se deposita como precipitado de polvo en forma de "película", se define como masa por unidad de superficie y tiempo (por ej.: g/m2xd).

El Fichero de Sustancias (Capítulo 5) contiene información referente a inmisiones.

4.2 Situación climática

Los cambios climáticos pueden tener diversas causas antropógenas a saber:

- modificación de la cubierta superficial,
- medidas de riego o drenaje,
- intervención en el relieve,
- creación de lagos.

Según la magnitud de las intervenciones y las condiciones locales dadas, sus efectos pueden limitarse al ámbito local (topoclima) o extenderse a ámbitos mayores para ejercer efectos globales.

Los parámetros climáticos fundamentales son los siguientes:

- temperatura y perfil de temperaturas,
- humedad del aire,
- cantidad de precipitación,
- frecuencia de la formación de neblina,
- intensidad y dirección del viento,
- intensidad de la radiación.

Estos cambios se registran especialmente en el topoclima regional, donde se reflejan sus efectos sobre:

- las condiciones de producción agropecuaria (acumulación de aire frío, ecualización de picos de temperatura por acción de espejos de agua, etc.);

- la erosión del suelo por acción del viento (efecto de las pantallas de árboles, que protegen del viento);

- las condiciones de vida de animales y plantas, en especial las de microorganismos y, por ende, las de los agentes patógenos;

- la calidad del aire (diseminación de sustancias tóxicas);

- la salud y el bienestar de la población.

Decidir si un cambio climático es positivo o negativo depende absolutamente de cada situación particular y de la escala de valores aplicada para la evaluación (que deberá definirse en función de los requerimientos a satisfacer por cada uno de los componentes ambientales).

Una valoración de este tipo está siempre relacionada con un (grupo) receptor especifico. No existen estándares en un sentido más restringido; sin embargo, éstos podrían desarrollarse, al menos en forma de exigencias con respecto a condiciones climáticas deseables, tomando como base las condiciones que conducen a los impactos mencionados.

4.3 Situación de ruido

4.3.1 Generalidades
4.3.2 Aspectos referidos específicamente al receptor

 

4.3.1 Generalidades

La situación de  ruido se define fundamentalmente como inmisión sonora, entendiéndose por esto la incidencia de sonidos en una región o en un punto de una región.

Los factores que se aplican para evaluar la situación de ruido son, fundamentalmente, las siguientes:

- magnitud del nivel sonoro continuo (medido o calculado como nivel medio durante un cierto tiempo, por ejemplo durante el día o durante la noche),
- altura y cantidad de niveles pico,
- frecuencia de los ruidos,
- intervalos entre emisiones sonoras,
- tipo y cantidad de fuentes o focos sonoros.

Como magnitud para registrar la inmisión de sonidos, se utiliza en general el nivel de presión acústica ponderada y como unidad de medida, el decibel (dB). La presión acústica ponderada se basa en la sensibilidad auditiva del ser humano.

Para poder evaluar adecuadamente las variadas fuentes de ruido y debido a razones legales y técnicas de medición, en los estándares de inmisión para determinadas zonas se suele distinguir entre instalaciones individuales o tipos de aparato (equipo), y entre las siguientes fuentes de ruido:

- industria;
- tránsito: tránsito de vehículos, ferroviario, fluvio-marítimo, aéreo;
- otras instalaciones (por ejemplo: instalaciones recreativas, deportivas, militares, etc.).

El efecto del  ruido sobre el ser humano depende de la constitución física y psíquica real del individuo así como de la actividad que desarrolla (necesidad de concentración, informaciones acústicas y períodos de regeneración) y se manifiesta en forma evidente a través de reacciones físicas y psíquicas.

Cuando se evalúa el grado de molestia que ocasionan los ruidos, se debe tener en cuenta también la aceptación social y cultural de determinados eventos sonoros que es, hasta cierto punto, independiente de magnitud del nivel de los sonidos.

A los efectos de evaluar una situación de ruido real o la que puede resultar como consecuencia de un proyecto o de una obra de construcción, es necesario definir la inmisión sonora.

Para ello se han desarrollado técnicas e medición y de cálculo (por ejemplo, en la República Federal de Alemania, las normas RLS 90, DIN 18005, Ruido 03,04), que permiten calcular los niveles medios de ruido a una distancia determinada de una carretera o bien desde el borde de un área específica, en base a datos específicos sobre dimensiones del área en cuestión, tipo de industria, composición y densidad del tránsito, frecuencia de paso de los trenes, velocidad, condiciones del trazado de vías y rutas, etc.

Con el objeto de evitar que los vecinos se vean excesivamente expuestos al ruido del tráfico aéreo e implementar medidas tendientes a reducir los ruidos, se crearon en Alemania zonas de protección sonora alrededor de aeródromos y aeropuertos, de acuerdo con la Ley sobre ruido de la  aeronavegación (Fluglärmgesetz). Estas zonas rodean áreas donde se superan determinados niveles de ruido (equivalentes a un nivel sonoro permanente) de acuerdo con cálculos realizados teniendo en cuenta la composición del tráfico aéreo, el movimiento de las aeronaves por las calles de carreteo y la ubicación de las pistas de despegue y aterrizaje.

Los estándares de inmisión, es decir, los valores límite para la inmisión, se aplican ya sea en forma general o a zonas pertenecientes a determinadas categorías, para las que se fijan distintos niveles límite según su sensibilidad al  ruido. En Alemania, estas categorías constituyen la base del reglamento de edificación (Baunutzungsverordnung) y se permiten determinados niveles de inmisión de ruido considerados aceptables según el tipo de área.

Al definir los valores sobre los cuales se basan los criterios y reglamentos, se consideraron no sólo las relaciones empíricamente determinadas entre nivel sonoro y molestia, sino también las posibilidades de su observancia en el marco de la planificación edilicia y del tráfico vial locales.

4.3.2 Aspectos referidos específicamente al receptor

1.  Salud humana

Los efectos que el  ruido ejerce sobre el ser humano pueden manifestarse como:

- trastornos auditivos
- impedimento de la comunicación acústica
- activación del sistema nervioso central o vegetativo
- disminución del rendimiento
- molestias

Sin embargo, la magnitud de las molestias no depende exclusivamente del nivel de ruido, sino también de una serie de otros factores (ver más arriba). En general, se puede afirmar que niveles medios nocturnos de 55 dB(A) y niveles medios diurnos de 65 dB(A) representan los límites de aceptabilidad. En zonas pobladas, los niveles de ruido no deberían superar los valores orientativos establecidos por la DIN 18005 y que ascienden a 40 dB(A) de noche y 50 dB(A) de día. Es poco probable que ruidos por debajo de un nivel medio de 35 dB(A) perturben el sueño. (El valor recomendado según los Lineamientos Técnicos Ruido para zonas residenciales en lo que respecta a ruido industrial es: 35 dB(A)). A partir de los 85 dB(A) continuos en el lugares de trabajo habitual, pueden producirse trastornos auditivos. La definición de estándares se orienta tanto en las evidencias objetivas de molestias y trastornos, como también en lo que es factible y financiable desde el punto de vista de la planificación.

2. Conservación de la flora y fauna

Los tipos de efecto que el ruido ejerce sobre el mundo animal son, fundamentalmente, los siguientes:

- En el caso de  sonidos persistentes, se interrumpe la comunicación acústica y esto conduce a cambios en el comportamiento de apareamiento, búsqueda de alimento, señales de advertencia y cuidado de la cría, lo que trae aparejada una modificación de la biocenosis en el ámbito próximo a los focos de emisión

- En el caso de emisiones sonoras aisladas que, en parte no se producen solas sino en compañía de señales ópticas, esto produce reacciones de pánico que, en épocas especiales, como por ejemplo el período de búsqueda de dominios o de crianza, puede desembocar en el abandono definitivo del hábitat y ser una amenaza para la reproducción.

Para poder evaluar los efectos que producen las inmisiones de  ruido, deben analizarse los siguientes factores:

- especie animal,
- tensiones anteriores por ruido (adaptación),
- tipo de ruido (regularmente recurrente, esporádico, etc.),
- perturbaciones visibles del comportamiento,
- proximidad de la fuente de ruido al hábitat.

4.4 Oferta hídrica

4.4.1 Generalidades
4.4.2 Aspectos referidos específicamente al receptor

 

4.4.1 Generalidades

La oferta aprovechable de agua subterránea y superficial es aquella porción de agua apta para un fin específico, que puede utilizarse de manera económicamente eficiente, que estará disponible a largo plazo y cuyo desvío del circuito natural es ecológicamente aceptable.

Cuando la cantidad de agua extraída del recurso hídrico supera la oferta, muere la vegetación, se secan los arroyos y se agotan las reservas de aguas subterráneas. Surgen situaciones conflictivas cuando se reclaman las aguas para diferentes clases de usos. La extracción de agua subterránea está restringida por la necesidad de contar a largo plazo con suministro de agua potable e industrial y por las demandas de la vegetación y las actividades agropecuarias.

La tasa de recarga del acuífero (volumen de agua que ingresa a las capas subterráneas, por unidad de tiempo y de superficie) depende de condiciones geoecológicas tales como:

- situación geológica (permeabilidad de los estratos, depósitos de agua subterránea),
- distribución de las precipitaciones,
- condiciones del suelo,
- vegetación,
- otros factores climáticos.

y de las intervenciones antropógenas tales como:

- pavimentación y edificación (sellado de suelos)
- destape de áreas de agua subterránea (por ej.: extracción de grava),
- drenaje (por ej.: pozos, canales, construcción de grandes lagos artificiales),
- compactación del suelo (por ej.: por pisoteo del ganado, uso de compactadoras, drenaje),
- modificación de la cubierta vegetal.

Las actividades constructivas son un factor importante que afecta el equilibrio natural, dado que la progresiva impermeabilización del suelo - al cubrir superficies cada vez mayores con edificación - perturba el equilibrio de algunos de los componentes del ciclo del agua: se reduce la infiltración, las aguas se acumulan en los cauces de evacuación (crecidas) y puede incrementarse la evaporación. Lo mismo ocurre por la compactación del suelo como consecuencia de obras de construcción o de un manejo agropecuario inadecuado.

La extracción de grandes volúmenes de agua disminuye los caudales fluviales y esto genera un aumento de la temperatura en el agua, lo que afecta adversamente las condiciones de vida de los organismos acuáticos. La modificación periódica del régimen hídrico a raíz de la recarga de los embalses destruye formas de vida adaptadas a las condiciones anteriores y baja el nivel freático.

4.4.2 Aspectos referidos específicamente al receptor

1.  Salud humana

El aspecto fundamental es satisfacer los requerimientos cuantitativos de agua potable e industrial del ser humano. Este requerimiento depende del estándar de vida, de las costumbres y de la disponibilidad de agua. Esta es la razón por la cual los valores de consumo son tan diferentes.

La demanda de agua potable (en litros) por persona es relativamente fácil de determinar; en cambio, el inventario de la oferta de agua potable existente, tiene diferentes grados de desarrollo de un país a otro. La renovación de los recursos hídricos se apoya en estimaciones más o menos válidas, pero a menudo es incierto hasta qué punto es posible recargar las reservas con agua de la misma calidad.

Los estándares siempre deberían basarse en la cantidad de personas afectadas, respetando la evolución demográfica y el hecho de que la renovación cuantitativa no necesita responder indefectiblemente a las exigencias cualitativas. En principio debe sustentarse el criterio que la provisión segura de agua potable es prioritaria frente a otros demandas de uso.

2. El equilibrio natural

La modificación de la oferta hídrica disponible puede afectar la eficiencia del equilibrio natural. La función del cauce de evacuación como parte de un sistema integral de drenaje, puede verse afectada cuando se modifica su caudal. Un incremento del flujo puede conducir a inundaciones, en tanto que una disminución puede redundar en un menor arrastre de sustancias transportadas.

Pueden presentarse los siguientes efectos negativos:

- deterioro de los sistemas de riego agrícolas,
- perjuicios por sequía y pérdida de cosechas,
- asentamiento diferencial del suelo (modificación del régimen de las aguas subterráneas),
- interrupción del aprovisionamiento de agua.

3. Preservación de la flora y fauna

La disponibilidad de agua es un factor preponderante para el desarrollo y la conservación de una determinada sociedad vegetal. Por eso es que las grandes intervenciones en el régimen hídrico conducen indefectiblemente a modificaciones de la biocenosis causados por:

- cambios de profundidad, especialmente descenso del nivel freático,
- cambios de nivel y de flujo en los cuerpos de aguas superficiales.

Los estándares ambientales deberán ser específicos para cada región y basarse en los requerimientos de las biocenosis y de los diversos organismos que la integran, sobre todo en lo que concierne a:

- profundidad mínima de los cuerpos de agua superficiales,
- profundidad mínima de la capa freática,
- periodicidad de la oferta hídrica,
- caudal mínimo.

4.5 Calidad del agua

4.5.1 Generalidades
4.5.2 Aspectos referidos específicamente al receptor

 

4.5.1 Generalidades

La calidad natural de las aguas superficiales y subterráneas se ve influenciada por sustancias que le son aportadas ininterrumpidamente y por la continua variación de los parámetros. El ingreso natural e inducido (por acción antrópica) de sustancias se neutraliza gracias a la capacidad de autodepuración de los cuerpos de agua; ésta se basa en la descomposición de tales sustancias por parte de organismos que se reproducen masivamente en el agua. Sin embargo, este proceso solamente se cumple hasta un cierto límite de contaminación que depende de cada sistema específico; una vez superado este límite, las características del agua pueden cambiar radicalmente.

El concepto " calidad del agua" se define a través de:

- las propiedades naturales de un cuerpo de agua, es decir, los niveles tróficos,
- el uso real o potencial y los requerimientos de calidad concomitantes.

Los impactos químicos y físicos (por ej.: aumentos de temperatura) pueden afectar la calidad del agua en forma tan adversa y persistente, que solamente será posible recuperar la calidad requerida recurriendo a tratamientos especiales.

Dado que los diferentes usos requieren distintos niveles de calidad, se han establecido estándares para usos específicos, en especial los siguientes:

- estándares para agua potable,
- estándares para agua/cuerpos de agua para higiene y natación,
- estándares para agua de riego en la agricultura,
- estándares para proteger la vida de los organismos acuáticos,
- estándares para provisión de agua industrial,
- estándares para abrevaderos.

Para asegurar la calidad del agua en términos generales, es decir, sin considerar un uso específico, se puede definir el estado en que se encuentra un cuerpo de agua a través de:

- la clasificación a que pertenece el cuerpo de agua según su calidad
- sus condiciones térmicas

Se puede recurrir a la clasificación de calidades para definir estándares de inmisión, con el objeto de alcanzar o mantener una determinada clase de calidad a nivel nacional o internacional (ver la sección "Derecho Ambiental Internacional" en el presente Catálogo)

Cuando se divide a un cuerpo de agua según clases de calidad, se considera en primera instancia su carga de materia orgánica, cuya biodegradabilidad está sujeta a condiciones de consumo de oxígeno.

Los cambios graduales de las condiciones biológicas en los cursos de agua, como los que ocurren en el transcurso del proceso de autodepuración, se describen en el sistema sapróbico en el cual las clases de calidad se corresponden con la existencia en las aguas de determinados organismos o combinaciones de organismos característicos. El sistema se basa en la observación de que en aguas contaminadas con sustancias tóxicas se desarrollan otras comunidades de organismos y otras frecuencias de ocurrencia que en las aguas no contaminadas. Si bien el sistema sapróbico (índice de saprobiedad) fue desarrollado para cursos de agua en Europa Central, es posible transferir sus principios a las condiciones reinantes en otras regiones (Refiérase el lector a los criterios de la OMS, de distintos años).

La determinación de la calidad del agua puede realizarse en forma relativamente sencilla, con ayuda de organismos característicos (indicadores) y parámetros químicos fácilmente registrables como lo son la temperatura, el pH, el contenido de oxígeno. En cambio, sólo es posible registrar la presencia de ciertas sustancias especiales (por ej.: los carbohidratos) aplicando métodos de laboratorio, en parte muy laboriosos. Los datos químicos sólo brindan valores aproximados de concentraciones frecuentes. También se está buscando una manera realista de representar el grado de contaminación del agua, con ayuda de parámetros grupales o aditivos (DBO, DQO). Al recurrir a estos parámetros, se simplifican los estudios, puesto que, desde el punto de vista del análisis analítico, es virtualmente imposible registrar toda la gama de posibles combinaciones de contaminantes. Una parte de las sustancias tóxicas serán tratadas en la sección "Sustancias químicas" del presente Catálogo. Los criterios fundamentales de la Comunidad Europea referentes a la calidad del agua y de los cuerpos de agua, con indicación de los parámetros y estándares figuran en la sección de Convenios Ambientales de la Comunidad Europea).

4.5.2 Aspectos referidos específicamente al receptor

1. Calidad del  agua/salud humana

El aprovechamiento de manantiales o cuerpos de agua superficiales y subterráneos para suministrar agua potable a los seres humanos (para consumo y para la higiene personal) está sujeto al cumplimiento de determinadas exigencias de calidad. Son muy pocos los casos en que el agua cruda, en especial la proveniente de cuerpos de agua superficiales, satisface los requerimientos cualitativos. Debido a las sustancias naturalmente contenidas en el agua, la contaminación antrópica y, eventualmente, también a las modificaciones que se producen durante su transporte, necesita ser sometida a un tratamiento.

El objetivo de la potabilización del agua es, por una parte, asegurar la salud humana, considerando el consumo permanente y de por vida, y por la otra, controlar ciertos aspectos sensoriales, como por ejemplo: su sabor, su olor.

Las exigencias de calidad que debe satisfacer el agua que se usa con fines recreativos, tiene por objeto permitir actividades tales como natación, deportes acuáticos, pesca, etc. sin que ello signifique una amenaza para la salud. Además de las normas estéticas que cubren aspectos tales como olor, transparencia, color, etc. también se consideran parámetros que representan amenazas para la salud, especialmente los que emergen de los constituyentes bacteriológicos del agua.

2. Preservación de la  flora y fauna

La modificación de la calidad natural del agua se refleja en los seres vivos de los ecosistemas acuáticos afectados, como por ejemplo, las bacterias, las algas y las plantas acuáticas. La contaminación del agua puede influir sobre las condiciones de vida naturales de manera muy diversa, produciendo:

- cambios en el contenido de oxígeno,
- cambios de temperatura,
- cambios en la oferta de nutrientes,
- efectos tóxicos directos.

Los efectos se evidencian en el comportamiento, la reproducción y la fisiología de los organismos. La resistencia a determinados tóxicos hace pasar a éstos a las próximas etapas en la cadena alimentaria. Los efectos perniciosos pueden alcanzar a organismos individuales o a determinadas especies. A esto se suman posibles efectos por combinación, debido a la presencia de diferentes sustancias.

3. Preservación de la eficiencia del equilibrio natural

El uso permanente - o al menos a largo plazo - del agua trae aparejado simultáneamente un cambio en este recurso natural. Por lo tanto, es necesario asegurar que siga siendo un factor de producción o potencial aprovechable para el ser humano durante el mayor tiempo posible. Los requerimientos de calidad de agua que plantea por una parte el sector agropecuario para satisfacer sus necesidades de riego y por otra parte algunas ramas de la industria, no pueden considerarse estándares ambientales en el verdadero sentido de la palabra, puesto que lo que se evalúa primordialmente en tales casos es la aptitud técnica del agua como materia prima. No obstante, estas calidades pueden tomarse como base para destacar la relevancia de determinados parámetros o sustancias contenidas en el agua (ver los criterios correspondientes publicados por la OMS, especialmente los que se refieren a "environmental engineering" (ingeniería ambiental) - OMS, 1990 y otros).

4.6 Calidad del suelo

El suelo constituye el estrato meteorizado de la corteza terrestre y su desarrollo y madurez dependen de las condiciones geológicas, topográficas, climáticas, hidrológicas y biológicas reinantes. Se denomina calidad del suelo, en un sentido general, a su aptitud para sustentar la vida vegetal, en el sentido de su productividad. Un sinónimo que se utiliza con frecuencia es el concepto "fertilidad del suelo", como medida de la capacidad del suelo para suministrar nutrientes, agua, oxígeno y calor a las plantas.

La naturaleza del suelo no sólo proporciona la base para la producción de alimentos sino que también crea las condiciones necesarias para la producción de toda la fitomasa terrestre, por lo que constituye la base de casi todas las cadenas alimentarias.

Además de cumplir este rol vital para la existencia de las formas de vida superiores, los suelos cumplen una función ecosistémica significativa, ya que funcionan como:

- filtro y trampa de acumulación de tóxicos potenciales,
- ámbito vital para toda la flora y fauna terrestres,
- estrato de transformación y descomposición, en el sistema de circulación de la materia.

Los impactos más importantes pueden clasificarse según su efecto primario, en:

1. Cambios químicos producidos por:

- aplicación de abonos,
- uso de biocidas y
- contaminación, como consecuencia de inmisiones y depósitos de origen antrópico de los tipos más variados (ingreso directo de tóxicos a través de desechos y  residuos sólidos ( rellenos sanitarios o  escombreras) o de efluentes líquidos (aguas residuales, acumulación de material de refulado); ingreso indirecto de tóxicos después de su diseminación por vía aérea, como deposición líquida o sólida ( aerosoles y sustancias arrastradas por las precipitaciones).

2. Cambios físicos producidos por:

- denudación del suelo (eliminación de estratos aislados, excavaciones o nivelaciones),
- modificación de la cubierta vegetal natural (desmonte, explotación forestal)
- laboreo del suelo (explotación agropecuaria, banqueo, construcción de terrazas, etc.)

3. Cambios biológicos producidos por:

- el uso de biocidas y
- la incorporación al suelo de sustancias potencialmente tóxicas.

En general, las modificaciones del régimen hídrico se reflejan directamente en las condiciones químicas, físicas y biológicas del suelo.

Como parámetros del suelo, se utilizan fundamentalmente los siguientes:

- considerando las condiciones físicas: estructura, estabilidad de los agregados, volumen y distribución de poros, composición granulométrica, densidad de las sustancias minerales, densidad de las sustancias orgánica y temperatura del suelo;

- considerando las condiciones químicas: contenido y composición química de las sustancias minerales y orgánicas, acidez, capacidad de intercambio iónico, propiedades redox (óxido-reducción);

- considerando las condiciones biológicas: especie, composición y volumen del edáfono.

El estudio analítico de las condiciones en que se encuentra un suelo, particularmente sus propiedades químicas, así como los mecanismos de reacción y la forma en que éstos actúan en relación con las propiedades químicas, suele presentar dificultades considerables.

Para establecer la calidad de un suelo, además de recurrir a la determinación de la composición química del suelo ya mencionada, se estudian los siguientes parámetros clave:

- composición granulométrica,
- contenido de sustancias orgánicas,
- pH,
- capacidad de intercambio catiónico ,
- saturación de las bases,
- capacidad de ser labrado.

Es necesario tener en cuenta, sin embargo, que a valores iguales no corresponden necesariamente suelos cualitativamente iguales. En este caso solamente pueden formularse estándares recurriendo, además, a clasificaciones de los suelos (que difieren según su finalidad y el criterio aplicado) en los que tenga en cuenta toda la diversidad existente de suelos y sus respectivas condiciones óptimas en cada caso.

Los estándares se refieren a la calidad del suelo en relación con su aptitud para la explotación agropecuaria (evaluación de suelos), al riesgo de erosión y a la deposición de contaminantes. El Fichero de Sustancias contiene información más precisa sobre estándares de calidad del suelo referidos a diferentes sustancias.

4.7 Áreas aptas para la explotación agropecuaria y forestal

Las tierras aptas para la explotación agropecuaria producen la materia prima para la alimentación. La cantidad de tierra necesaria para cubrir la demanda de alimentos básicos por habitante varía según las condiciones geoecológicas (en especial la calidad del suelo, la oferta hídrica y el clima), las costumbres alimenticias y el estado de desarrollo de la tecnología agropecuaria. Esta superficie, que se calcula en base a la densidad de población de una región teniendo en cuenta las condiciones antes mencionadas, se tomará como estándar para determinar la superficie agropecuaria necesaria. Los estándares formulados con este criterio, solo tienen validez regional específica, en razón de los factores de influencia ya descritos.

Las áreas mínimas que se requieren para la explotación forestal se obtienen (sin considerar las funciones ecológicas del bosque) a partir de las demandas de madera de la población, así como de la demanda de todas las demás funciones útiles de un bosque (recreación, plantas medicinales, frutos, etc.). Esta área depende de las condiciones geoecológicas y de las costumbres de vida (por ej. demanda de madera como combustible para calefacción y cocción).

La disponibilidad de áreas aptas para la explotación agropecuaria y forestal, se ve influenciada en particular por los siguientes factores:

- cambio del uso de la tierra: transformación en otros tipos de aprovechamiento (los bosques en tierras de cultivo, las tierras dedicadas a actividades agropecuarias y forestales en asentamientos humanos, carreteras, asentamientos industriales, minería, etc.) y

- deterioro del suelo; destrucción del suelo aprovechable por acción de tóxicos, procesos erosivos, denudación, etc. como consecuencia directa o indirecta de otras actividades económicas o por prácticas agrícolas poco adecuadas a las condiciones locales que no preservan la aptitud del suelo a largo plazo.

Los estándares formulados en el sentido antes mencionado con respecto a la mínima superficie agropecuaria requerida son, en esencia, valores empíricos específicos para cada país y cada región. Esta superficie puede oscilar, según las condiciones previamente enumeradas, entre muchos kilómetros cuadrados (ganadería extensiva), aproximadamente un km cuadrado (cultivo rotativo), una hectárea (por ejemplo en el cultivo de arroz) y superficies incluso más pequeñas (horticultura). En cuanto a la explotación forestal, no se conocen los valores correspondientes.

4.8 Condiciones de los biotopos (funciones especiales de los biotopos)

Este capítulo contiene aspectos referidos a biotopos que no han sido contemplados en los parámetros de calidad ambiental anteriores. La vegetación y la fauna constituyen, según su composición y densidad, una asociación (biocenosis) nacida de la interacción de importantes factores ecológicos individuales, que se ha desarrollado a lo largo de un período prolongado y que ocupa un hábitat cuyos límites están más o menos claramente delimitados (biotopo). Un ecosistema consta de una cantidad indeterminada de biotopos, entre los que existe una cierta interrelación e interdependencia.

Las condiciones para que un biotopo pueda designarse como "intacto" surgen de las demandas que las comunidades vivas plantean al medio ambiente y que necesitan para la conservación de las especies. Sus factores determinantes son, fundamentalmente:

- superficie mínima para el biotopo (área mínima),
- relación o interrelación de las áreas,
- diversidad de especies y estructura (para neutralizar influencias perturbadoras),
- ausencia de perturbaciones activas.

En los últimos años, los estudios científicos han permitido reconocer cadenas de impactos en ecosistemas, la dimensión de las modificaciones generadas por influencias externas y las demandas de especies individuales a su biotopo (especialmente las de ciertas especies fundamentales, como por ejemplo, animales de gran tamaño,  aves, especies protegidas), lo que ha permitido definir "estándares ambientales" referidos a áreas específicas. Básicamente se puede determinar que cada especie (se trate de flora o de fauna) es parte de un biotopo y que en él juega un rol irremplazable. Extraer o alejar a un elemento del biotopo significa no sólo modificar, es decir, perturbar su composición sino también su funcionamiento. Aunque no existen estándares, en un sentido estricto, basados en las condiciones que deben darse en un biotopo a los efectos de preservar su fauna y flora, éstas pueden deducirse para regiones específicas, a partir de las características de los biotopos típicos de la región. No obstante, se está estudiando actualmente un enfoque diferente: el estudio  del circuito de la materia y de la  energía en el biotopo a los efectos de hallar un sustituto significativo. Además de declarar a ciertas regiones "zona protegida" a nivel nacional, puede recurrirse como primer indicador para evaluar si una zona merece ser protegida, a datos sobre la ocurrencia (potencial) de especies protegidas (por ej.: especies en vías de extinción). Cabe mencionar especialmente en este contexto el convenio de Washington sobre comercialización internacional de especies en vías de extinción (remítase el lector a la sección "Derecho Ambiental Internacional" o a la Ley federal alemana sobre conservación de especies ("Bundesartenschutzverordnung in Deutschland"). Las llamadas "listas rojas" solamente se fundamentan en los criterios "especies amenazadas" y "especies raras", pero convendría incorporar también criterios como por ejemplo, utilidad e importancia para el equilibrio natural o también conservación de la diversidad y unicidad de la naturaleza y del paisaje. En general se puede afirmar, que las medidas para proteger a los biotopos deben concretarse tomando como base los requerimientos particulares de las especies, en acuerdos referidos a regiones determinadas.

4.9 Calidad de los alimentos

Existen criterios generales para determinar la calidad de los alimentos y que son, además de las características de calidad externas como peso y tamaño (basadas en estrategias de mercado), „características internas" como la ausencia de sustancias tóxicas, su valor nutricional y su sabor. En relación con los estándares ambientales, pueden utilizarse las sustancias contenidas en los alimentos como medida para la evaluación toxicológica o la admisibilidad de sustancias tóxicas en el ambiente, especialmente cuando se trata de agentes químicos auxiliares de la agricultura. Si bien su relación con los impactos ambientales de determinados proyectos sólo es indirecta, en el caso de estudios ambientales concretos pueden tomarse como base para definir criterios de calidad. Algunos de los estándares existentes pueden hallarse en las páginas informativas del Fichero de Sustancias. Mayores datos sobre la calidad de los alimentos y sobre la problemática de los residuos se hallarán en especial en la ordenanza que regula las cantidades máximas de plaguicidas y aflatoxinas, en el índice de plaguicidas (1990) del Instituto Biológico de Alemania para agronomía y silvicultura y en la "Food Additives Series (diferentes años) de la OMS. Los factores más importantes que influyen sobre el contenido de sustancias tóxicas en los alimentos son los siguientes:

- el contenido (natural o antrópicamente condicionado) de sustancias (tóxicas) en el suelo y en el agua de riego,
- la absorción de sustancias tóxicas contenidas en el aire,
- el uso de plaguicidas y abonos,
- el uso de fármacos en la cría de animales,
- los productos de la conversión biogenética.

Los tóxicos contenidos en el suelo o adheridos a las plantas pueden actuar indirectamente sobre el ser humano a través de la cadena trófica o alimentaria. En base a los posibles procesos acumulativos en la cadena alimentaria y de los efectos que estas sustancias ejercen sobre determinados receptores, puede ocurrir que un alimento contenga una concentración extremadamente perniciosa de tóxicos, sin que esto haya afectado de modo alguno el crecimiento de las plantas productoras.

Sin embargo, en algunos casos dados, pueden ejercer efectos adversos sobre sus posibilidades de reproducción y sobre su resistencia frente a determinadas plagas.

En qué medida la contaminación de un nicho ambiental puede ejercer influencia sobre el contenido de sustancias tóxicas en los alimentos, depende de la tasa de absorción específica de estas sustancias por parte de cada uno de los cultivos (los llamados "factores de transferencia"). Los estándares para los recursos ambientales por regla general no toman en cuenta los procesos de acumulación así como tampoco los fenómenos sinergéticos o específicos para determinados receptores.


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