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1. Descripción del ámbito de actividad
2. Impacto ambiental y medidas de protección
2.1 Formas de ganadería
2.1.1 Pastoreo en general
2.1.2 Pastoreo con alimentación adicional
2.1.3 Cultivo de forrajes
2.1.4 Estabulación
2.2 Sistemas de explotación
2.2.1 Ranchos, estancias
2.2.2 Sistemas pastorales
2.2.3 Ganadería campesina
2.2.4 Grandes unidades pecuarias con ganadería intensiva
3. Análisis y evaluación de impacto ambiental. Fuentes de referencia
4. Relación con otros ámbitos de actividad
5. Evaluación sinóptica de la relevancia ambiental
1. Descripción del ámbito de actividad
Como proceso biológico, la producción animal se ve influenciada por el medio ambiente, sobre el que ella influye también por su parte. La contemplación del impacto ambiental de esta área de producción tiene como objetivo modificar el medio ambiente natural de modo que puedan extraerse del mismo tantos alimentos y tantas materias primas como sean posibles, sin que con ello se ponga en peligro la base de recursos naturales de producción.
Diversas formas de ganadería y explotación ejercen una influencia diferente sobre el medio ambiente. Pueden distinguirse los siguientes sistemas ganaderos:
- pastoreo puro
- pastoreo con alimentación adicional
- estabulación.
Como sistemas de explotación pueden distinguirse:
- ranchos (bovino, ovino);
- pastoreo tradicional (bovino, ovino, caprino, camélidos, équidos, frecuentemente rebaños mixtos);
- ganadería de pequeños campesinos (bovino, búfalos, camélidos, équidos, ovino, caprino, aves, porcino, animales pequeños como cobayas, conejos y abejas; frecuentemente diversas especies animales en una unidad pecuaria);
- grandes unidades pecuarias con ganadería industrial (p. ej. cebo de aves, baterías de ponedoras, engorde de porcino, corrales de alimentación para bovino).
Aquí no se tratará la piscicultura, que es objeto de un capítulo separado.
La producción animal es posible básicamente en todos los lugares en los que se practica la agricultura. Además es la única forma de uso agrícola en zonas semiáridas y áridas y en la alta montaña, más allá del límite de tierras agrícolas y hasta llegar al límite de la vegetación.
2. Impacto ambiental y medidas de protección
2.1 Formas de ganadería
2.1.1 Pastoreo en general
El efecto más destacado del pastoreo es el mordisqueo de las plantas, que influye sobre la composición de especies y la estructura de la vegetación pastoreada. Esta influencia depende de la especie animal y de la densidad de unidades ganaderas (o carga animal) y, eventualmente, de la época del año en la que se produce el pastoreo. Los bóvidos y las ovejas comen ante todo pastos, compuestos de gramíneas y hierbas, mientras que los camélidos y las cabras tienen preferencia por las hierbas, hojas de arbustos y árboles. Por esta razón, los pastos ideales para ovino y bovino están caracterizados ante todo por una marcada vegetación herbácea, mientras que los pastos ideales para camélidos o caprino estarán formados por una vegetación en la que dominen los árboles y los arbustos.
El pastoreo puede estimular el crecimiento de las plantas, favoreciendo, dentro de una misma especie vegetal, los ecotipos rastreros frente a los de crecimiento erguido. En el caso de los pastos mixtos de gramíneas y leguminosas, el pastoreo suele favorecer la componente de las leguminosas, ya que en los periodos tempranos de la vegetación los animales prefieren en general las gramíneas, y al reducirse la competencia se fomenta el crecimiento de las leguminosas. Pero algunas leguminosas son comidas preferentemente cuando aún son jóvenes. Si los arbustos y árboles se pastorean y recortan sólo ligeramente, puede estimularse su crecimiento, pero si estos procesos se intensifican, se reduce el crecimiento e incluso puede producirse la muerte de las plantas, obstaculizándose la regeneración de arbustos forrajeros a base de semillas y retoños de las raíces.
El efecto del pisoteo depende ante todo de la especie animal, de la densidad ganadera, de las características del suelo y de la topografía. Los daños por pisadas pueden intensificar la erosión del suelo, pero también pueden producirse condiciones de germinación más favorables al remover la tierra, lo que impulsa la regeneración de las plantas. En zonas húmedas con una gran saturación de agua en los suelos, la cubierta vegetal es destruida fácilmente por el pisoteo.
Muchas semillas de plantas de pastos son muy pequeñas, y pueden atravesar el aparato digestivo de los animales sin que su capacidad de germinación se vea perjudicada. De este modo, determinadas plantas se propagan con las heces. Además, las semillas de cáscara dura son acondicionadas, lo que significa que tiene lugar una nueva distribución y una siembra de semillas por parte de los animales.
Sólo una pequeña parte de los nutrientes y de la energía ingeridos aparece finalmente en los productos animales aprovechadas por los seres humanos. La mayor parte se expulsa de nuevo con las heces y los orines, y en el caso de los rumiantes, adicionalmente en forma de metano (gas relevante para el clima). Dado que el metabolismo de la materia orgánica en el aparato digestivo de los rumiantes y el metabolismo microbiano en el suelo conducen a pérdidas similares de energía y nutrientes, pero el metabolismo en el estómago de los rumiantes es considerablemente más rápido, los animales de pasto aceleran el ciclo de los nutrientes. Si los animales se mantienen durante la noche en rediles o corrales, se extraen nutrientes de los pastos que luego se depositan en el redil con los excrementos. Si bien el estiércol acumulado en los rediles puede utilizarse para la agricultura y la horticultura, o bien para la producción de biogás, mejorando así la fertilidad del suelo, por otra parte contribuye a la degradación de la vegetación silvestre debido a la extracción de nutrientes.
A causa de la gran variación en las precipitaciones anuales, en las zonas semiáridas y áridas resultan, además de las fluctuaciones estacionales, también grandes diferencias en los rendimientos anuales de las cosechas. Por esta razón, apenas si podrá esperarse una estabilidad de los rendimientos, ante todo de la capa de vegetación herbácea. En años de sequía, el desarrollo de la vegetación puede ser tan escaso, que todo el crecimiento herbáceo sea consumido por los animales. En el caso de los arbustos y los árboles, el uso como forrajes no puede sobrepasar un determinado porcentaje del crecimiento anual sin que se produzcan daños persistentes, pues de lo contrario se pone en peligro la capacidad vital y de regeneración de dichas plantas.
En general, los daños persistentes sólo se presentan si se ha deteriorado la capacidad de regeneración de la vegetación, y si la superficie del suelo está muy dañada por la erosión eólica o del agua. Debido a las diferencias existentes entre las asociaciones vegetales y a la diversa capacidad de regeneración de las distintas especies, no es posible dar valores orientativos de validez general sobre hasta qué punto pueden aprovecharse las tierras sin perjuicio de la productividad de la vegetación, ni sobre qué densidades ganaderas son posibles. Estimaciones norteamericanas parten de un uso tolerable del 50 % de la masa de vegetación; trabajos hechos en el Africa Occidental parten del 30 al 50 % (le Houerou 1980). Otros diferencian las extracciones admisibles según precipitaciones, y parten de diferentes aprovechamientos admisibles de la capa de arbustos/árboles (25-50%) y de la capa herbácea (30-50%) (Schwartz 1989). Magnitudes auxiliares para una evaluación de la degradación son p. ej. la estructura de edades y la composición de especies de la asociación de árboles y arbustos, las reservas de semillas de plantas herbáceas en el suelo y eventualmente también la cobertura del suelo así como la profundidad y la naturaleza del horizonte A.
La distribución de los animales en una zona seca de pastos se ve determinada esencialmente por la disponibilidad de agua. Pozos profundos con producción abundante abastecen un gran número de animales y pueden originar así un intenso sobrepastoreo en el área del pozo. La extensión del entorno de un pozo que los animales pueden aprovechar como pasto depende entre otras cosas del contenido de materia seca del forraje, de la especie animal y de su estado fisiológico. Pozos y aguazales insuficientemente protegidos son contaminados fácilmente por heces, y debido a la contaminación del agua potable pueden entrañar también un riesgo para la salud de los seres humanos. La concentración de animales en los pozos puede fomentar la propagación de epidemias. En los alrededores de cada aguazal existe una determinada zona que, si bien está enriquecida en cuanto a nutrientes por los excrementos de muchos animales, está casi exenta de vegetación por el efecto del pisoteo. La extensión de esta zona depende de las instalaciones propias del aguazal (p. ej. abrevaderos sobre suelo duro) y de la regulación del acceso, p. ej. cercado del aguazal. El estiércol puede aprovecharse para la agricultura y la horticultura en los alrededores del aguazal.
Las zonas de pastoreo están formadas por pastos naturales, tierras de barbecho y campo cosechados. También zonas boscosas sometidas en parte al control de las autoridades forestales pueden ser pastos importantes. En muchos casos, p. ej. en el Norte de Africa, la mayor parte del rendimiento forestal procede de la producción animal. La producción de forrajes es una parte integrante de la agro-silvicultura. Sin embargo debe resaltarse que con frecuencia los pastos de bosque se someten a un uso excesivo. Para evitar esto es necesario tomar medidas muy variadas: eliminación de conflictos existentes entre la administración forestal y los campesinos locales; personal suficiente con la correspondiente motivación para poder imponer las reglamentaciones que limiten el uso; fuentes alternativas de forrajes para los ganaderos locales; prohibición del uso por ganaderos forasteros, no dedicados a la agricultura; en el caso de un uso de los pastos de bosques contra pago, precios apropiados en comparación con otras fuentes de forrajes; integración de la población local en la planificación del uso. Tanto en los trópicos secos como en los húmedos existen ejemplos de una gestión equilibrada de los pastos que tiene en cuenta la dinámica de crecimiento del bosque.
2.1.2 Pastoreo con alimentación adicional
El impacto ambiental de la alimentación adicional del ganado depende de las condiciones iniciales y de la clase de los forrajes. En el caso de forrajes de mala calidad pero en grandes cantidades, la alimentación complementaria con sustancias minerales puede mejorar el aprovechamiento del "heno no cortado". En caso de administrar como complemento piensos concentrados o forrajes bastos de buena calidad, se produce rápidamente una reducción del consumo de forraje por animal en los pastizales, cosa que redunda en beneficio de los mismos. Pero si debido al mejor abastecimiento de forrajes se incrementa el número de animales, y si se siguen utilizando los pastos naturales, aumentará el riesgo de degradación. En algunos casos (p. ej. en el Norte de Africa) se administra tanto alimento complementario al ganado, que con ello no sólo se cubre la demanda para rendimiento, sino también una parte de la demanda de sostenimiento. El deseado mejoramiento de la calidad de la carne de los animales de pasto, que repercute en unos precios más altos de la carne, puede considerarse otro motivo del sobrepastoreo. Los principales factores que influyen sobre la calidad son al respecto la mayor movilidad de los animales así como la base forrajera mejorada.
2.1.3 Cultivo de forrajes
Las franjas de protección contra la erosión pueden aprovecharse para la obtención de forrajes. El correspondiente establecimiento de cultivos permanentes forrajeros (como sulla en el Norte de Africa) puede utilizarse como protección "benigna" contra la erosión. El cultivo de forrajes en rotación puede tener efectos positivos sobre la estructura y la fertilidad de los suelos (véase Producción vegetal). La posible competencia entre el cultivo de forrajes y el cultivo de productos apropiados para la alimentación humana ha de tenerse en cuenta.
En el caso de cultivos forrajeros especiales, junto con la masa verde se extraen del suelo grandes cantidades de nutrientes. Si éstos no se reponen, o si el estiércol no se esparce en los campos, existe el riesgo de que se perturbe el equilibrio de los nutrientes. Si se utilizan fertilizantes minerales y herbicidas para la producción de forrajes, existe el peligro de contaminación de las aguas superficiales y subterráneas, así como de una reducción adicional de la variedad de especies.
2.1.4 Estabulación
Mientras que el pastoreo es aprovechado ante todo por los rumiantes, para la cría de aves, porcino, pequeños animales como conejos, cobayas y similares se prefiere la estabulación.
Los efectos de la estabulación relevantes para el medio ambiente dependen del número y de la especie de los animales, de la clase y de la procedencia de los piensos y forrajes y de si se trata de establos abiertos o cerrados. El clima del establo (temperatura, humedad del aire, luz, contenido de gases nocivos, polvo y gérmenes) actúa sobre los animales; los establos influyen sobre el entorno a través de olores, estiércoles líquidos y ruidos. En el caso de los rumiantes, se desprende también metano (gas relevante para el clima).
La estabulación permite que la vegetación se aproveche en forma notablemente más cuidadosa que en el caso del pastoreo. Sin embargo, en el marco del uso de los forrajes de corte resulta una considerable extracción de nutrientes; si los nutrientes sustraídos no se reponen, existe el peligro de que se reduzca la fertilidad del suelo.
Ante todo la producción de grandes cantidades de estiércol líquido por grandes concentraciones de animales puede perjudicar la calidad del agua potable y contaminar las aguas superficiales y subterráneas. En el caso de la cría masificada de pollos y gallinas en las proximidades de grandes ciudades, la eliminación de cadáveres y gallinaza puede resultar en parte muy perjudicial para el medio ambiente. En muchos países en desarrollo, el estiércol líquido y sólido representa un gran riesgo de infección, especialmente para los niños y si estos productos resultan fácilmente accesibles. El estiércol líquido y el sólido tienen, como abonos, efectos positivos sobre la fertilidad y la estructura del suelo, siempre y cuando no se apliquen en exceso.
2.2 Sistemas de explotación
2.2.1 Ranchos, estancias
Los ranchos permiten un aprovechamiento regulado de zonas relativamente grandes. Sin embargo, el uso no abusivo de los recursos de los pastos no está garantizado por el establecimiento de grandes unidades pecuarias (Harrington y otros 1984). En años secos, también un rancho necesita posibilidades alternativas de alimentación, o bien el jefe de la explotación tiene que reducir a tiempo el número de animales; en otro caso hay que contar con grandes pérdidas. La alimentación adicional permite el uso excesivo de los pastos, incrementado así el peligro de erosión. Si en zonas con ganadería tradicional se establece una gran unidad pecuaria con densidades ganaderas "racionales" o una reserva de pastos con densidad ganadera regulada, debe considerarse también el aspecto de que si bien la reducción de la densidad ganadera en la zona afectada puede ser más apropiada para el lugar que el estado original, de esta exclusión de animales puede resultar sin embargo un aumento de la carga animal en las áreas limítrofes.
Rozas de gran extensión realizadas para el establecimiento de pastos para ranchos originan, ante todo en zonas húmedas, una gran reducción de la variedad de especies de la vegetación. Además de los problemas de erosión de ello derivados, puede desarrollarse también entre otras cosas un potencial de riesgos en cuanto a cambios climáticos en grandes áreas. Dado que en general en estos ranchos se crían únicamente bóvidos, puede producirse además un uso desequilibrado de los recursos naturales, que entonces permitirá únicamente unas densidades ganaderas muy reducidas, o bien hará necesarios unos gastos considerables para el mantenimiento de los pastos. También existe el peligro de que los pastos se acidifiquen debido al agua estancada; daños por pisoteo empeoran la estructura del suelo. Las consecuencias son una mayor escorrentía de aguas superficiales y un mayor riesgo de erosión.
Los ranchos pueden mejorar el abastecimiento de la población urbana, si bien la capacidad sustentadora de los ranchos por unidad de superficie es más reducida que la de los sistemas tradicionales (p. ej. Cruz de Cavalho 1974, de Ridder & Wagenaar 1986).
Difíciles resultan ser las medidas de protección ambiental en el área de los pastos pobres ("ranching"). Las estandarizaciones de la capacidad de los pastos son muy discutidas debido a la complejidad de las interrelaciones y a las muchas variables, ante todo en lo que atañe a la evaluación de la vegetación (p. ej. Sandford 1983).
Algunos sistemas, de los que se mencionarán como ejemplo los australianos, se basan en estudios detallados de larga duración y en una fijación oficial del límite superior permitido para la densidad ganadera. Dado que en Australia las tierras no suelen ser de propiedad privada, sino que son arrendadas a largo plazo por el Estado, existe la posibilidad de fijar condiciones y, en caso dado, de revocar el arrendamiento. En muchos casos no se dispone de los datos necesarios al respecto, y las instituciones encargadas de la supervisión no existen, o no están suficientemente equipadas para desempeñar tales tareas. Las reglamentaciones relativas a la protección contra la erosión deberían elaborarse en colaboración con los pastoralistas afectados.
2.2.2 Sistemas pastorales
En estos sistemas, la producción animal es la actividad exclusiva o predominante que proporciona ingresos a las personas. El manejo de hatos y la gran movilidad permiten aprovechar recursos naturales complementarios a la agricultura o aquellas zonas en las que sólo es posible un uso estacional de los pastos.
Con frecuencia, los ganaderos pastorales tienen rebaños mixtos. Esto permite un uso intensivo de recursos forrajeros de los más diversos tipos. Los productos son leche, carne, fuerza de tracción, estiércol y otros.
Integración de pastos y agricultura
En caso de que los recursos de los pastos se aprovechen de forma complementaria a la agricultura, resultan grandes fluctuaciones estacionales en la disponibilidad de superficies de pastoreo. Durante el período de crecimiento sólo se dispone de pastos naturales y tierras de barbecho como superficie de pastoreo, y durante la estación seca puede recurrirse también a los campos cosechados. Las repercusiones del pastoreo sobre los barbechos y los pastos naturales son muy variadas. Por una parte, la composición de las especies vegetales puede cambiar hasta el punto de que una parte importante de la vegetación puede ser aprovechada para forrajes y otros fines, mientras que por otra parte el pastoreo intensivo puede provocar también degradación. Como consecuencia del redileo nocturno de los animales, practicado en el pastoreo extensivo convencional, se concentran nutrientes en el redil en forma de excrementos y orines. Estos nutrientes pueden aprovecharse en las tierras agrícolas para conservar la fertilidad del suelo (estiércol), pero se pierden para el ciclo de nutrientes de las tierras pastoreadas. Lixiviaciones de los rediles pueden provocar contaminación de aguas superficiales y subterráneas. El uso de residuos de las cosechas como forrajes puede tener como consecuencia una aceleración del ciclo de nutrientes y una redistribución de los nutrientes en el campo o entre campos. Un uso muy intenso de los residuos puede provocar también una disminución de la cobertura del suelo, de lo que a su vez puede derivarse erosión. Los derechos de uso de los recursos forrajeros tienen que regularse a través de acuerdos entre los pastoralistas y los agricultores.
Movilidad
El uso compatible con el lugar y económicamente seguro de zonas secas exige una gran flexibilidad y movilidad de los pastoralistas. A su vez, para la movilidad se requieren grandes hatos. Durante las migraciones, los pastoralistas tienen que alimentarse predominantemente de los productos de sus rebaños. La restricción de la movilidad ocasiona en general sobrepastoreo con una erosión intensificada del suelo alrededor de los nuevos asentamientos, y una subutilización de las otras zonas. También por subutilización puede producirse un desequilibrio de las especies y una reducción de la productividad de la vegetación.
El uso de ramas verdes para la construcción de rediles para el ganado y como leña para el hogar provoca la destrucción de la vegetación leñosa al aumentar el carácter sedentario y la concentración de rebaños y personas.
Derechos de pastoreo
El derecho que regula el uso de las tierras y los pastos puede abarcar derechos de uso estacional en determinadas zonas y derechos de pastoreo en zonas muy alejadas unas de otras. De aquí resulta, además de la posibilidad de aprovechar los recursos naturales de la tierra como pasto en forma complementaria a la agricultura, también una cierta compensación de riesgos, ya que en las zonas secas, las precipitaciones están limitadas con frecuencia localmente. Aquí predomina el derecho de pastoreo comunitario. Tradicionalmente, los pastos comunitarios son aprovechados por grupos de ganaderos claramente delimitables con lo que, y según la estructura y la efectividad del grupo, existe la posibilidad de fijar densidades ganaderas y tiempos de reposo para los pastos. Un medio importante para la regulación de la densidad ganadera es, p. ej. en Africa oriental, la regulación del acceso al agua. Los pastos abiertos - equiparados a menudo con los pastos comunitarios - apenas si ofrecen esta posibilidad. La instalación de aguazales fuera de las estructuras tradicionales puede favorecer un uso oportunista, contribuyendo al sobrepastoreo. Las consecuencias secundarias son la degradación de la vegetación, la reducción de la tasa de infiltración del agua en el suelo en caso de precipitaciones, así como una mayor erosión de los suelos.
Cambio de las relaciones de propiedad
Un cambio en la estructura de la propiedad de los rebaños puede influir también negativamente sobre la gestión de recursos naturales por los pastoralistas. Por ejemplo, en caso del manejo de bóvidos por encargo, es frecuente que a los pastores se les permita aprovechar únicamente la leche. Para asegurar su subsistencia, necesitan mayores hatos propios, si no quieren empobrecerse. A esto se añade que los propietarios, en su afán de controlar su propiedad, pueden restringir la movilidad y por lo tanto la flexibilidad de los pastores en el manejo de las praderas. Esto puede provocar igualmente un uso excesivo de la vegetación (perturbación del equilibrio de especies de la flora, perturbación del régimen hídrico, erosión del suelo).
Distribución del trabajo
Dentro de las unidades pastorales, los hombres se encargan generalmente del manejo y de la comercialización del ganado mayor, mientras que las mujeres son responsables con frecuencia de los pequeños rumiantes y de la elaboración y la comercialización de la leche. Es frecuente que se subestime el papel desempeñado por las mujeres, ya que los hombres representan a la familia de cara al exterior. La elaboración descentralizada y la comercialización de la leche permite una seguridad de abastecimiento relativamente grande en las zonas rurales, aunque la cantidad de leche que una mujer puede elaborar y comercializar sea de tan solo pocos kilogramos al día. En lo que atañe a la elaboración de la leche, deben tenerse en cuenta los riesgos higiénicos (p. ej., peligro de infecciones).
Influencias externas
El uso pastoral de las tierras exige que se tomen numerosos acuerdos entre diversos grupos de población. Aquí, influencias externas, incluidos programas gubernamentales, pueden perturbar el frecuentemente sensible equilibrio. Si p. ej. la agricultura se extiende a tierras que los pastoralistas utilizaban como pastos de reserva o para la estación seca, la pérdida de estos pastos puede provocar la intensificación de la carga animal sobre otras tierras, con todos los riesgos de sobrepastoreo de ello derivados. La difusión de la ganadería entre los campesinos puede desplazar a los pastoralistas cada vez más hacia zonas marginales. Esto no sólo tiene consecuencias sobre el manejo de las praderas y la productividad de los animales, sino que también puede repercutir sobre el bienestar de los grupos de población afectados.
Debido a una restricción de la movilidad, los pastoralistas pueden verse obligados a aprovechar zonas marginales en forma más intensiva y permanente, más allá de su capacidad sustentadora natural.
El proceso de degradación que así se inicia intensifica la competencia por el potencial forrajero en disminución, provoca un empobrecimiento de la variedad de especies debido al uso excesivo y marginaliza a grandes partes de la población pastoral.
2.2.3 Ganadería campesina
La ganadería campesina dentro de una unidad agropecuaria puede abarcar desde unos pocos animales pequeños (p. ej. aves) hasta grandes rebaños de p. ej. 20 cabras o 10 cabezas de ganado bovino. El manejo de los animales está subordinado normalmente a la agricultura. Es frecuente que se manejen varias especies de animales.
La ganadería campesina se practica generalmente en forma de pastoreo con alimentación adicional (al menos estacionalmente), o en estabulación. Grandes rebaños, como por ejemplo hatos de todo un pueblo, pueden ser también móviles (manejo de ganado por encargo).
Para aprovechar los pastos, los animales pueden pastar libremente o bien pueden ser cuidados por pastores, pueden pastar atados a estacas o pueden ser mantenidos en praderas cercanas. El cercado con estacas de madera, que en parte tiene que ser reemplazado frecuentemente debido a las termitas, puede repercutir negativamente sobre la composición de las especies y la densidad del arbolado. El uso de cercos vivos o setos para la subdivisión de las praderas tiene por el contrario efectos positivos sobre el arbolado, si bien su establecimiento requiere mucha mano de obra.
La roza para el establecimiento de pastos mejorados puede entrañar un creciente riesgo de erosión, repercutiendo así negativamente sobre la fertilidad del suelo. El establecimiento de pastos mejorados, ante todo de leguminosas, puede integrarse en la alternancia de cultivos y hierbas para pastos ("leyfarming"), mejorando así la estructura y la fertilidad del suelo. En lo que atañe al uso de los recursos forrajeros, puede establecerse una cierta relación de competencia entre los ganaderos, ante todo entre pastoralistas y campesinos, pero también entre los propios campesinos, originándose con ello un incremento de la presión de uso.
Al igual que en el caso de los pastoralistas, el manejo del ganado mayor suele corresponder frecuentemente a los hombres y la de los animales pequeños, a las mujeres. Dado que en muchas sociedades campesinas las mujeres no tienen derechos sobre la tierra, la ganadería es para ellas un medio muy importante de acumular capital. A través de los animales pueden financiarse los gastos necesarios para la agricultura (fertilizantes, semillas, jornales, establecimiento de franjas protectoras contra la erosión), y el estiércol sirve para conservar la fertilidad del suelo. El aseguramiento contra los riesgos es particularmente importante en zonas con grave riesgo para el rendimiento de las cosechas agrícolas. Si la cosecha no es suficiente para la subsistencia, pueden venderse animales a fin de comprar alimentos básicos. Si no existiera esta seguridad, tendrían que ampliarse las tierras de cultivo, con consecuencias negativas para la erosión y la estructura del suelo, para el equilibrio de los nutrientes y para la variedad de especies.
La conversión de la ganadería de pastoreo en ganadería de estabulación puede repercutir positivamente sobre la variedad de especies y la protección contra la erosión. Pero la mayor concentración de estiércol líquido y sólido puede provocar una contaminación adicional de las aguas superficiales y subterráneas. En comparación con el pastoreo, la estabulación exige más trabajo, que la mayoría de las veces tiene que ser realizado por mujeres.
Del uso de animales de alto rendimiento resultan mayores exigencias en cuanto a abastecimiento de forrajes y asistencia de la sanidad animal. En caso de hacerse necesaria una quimioprofilaxis, pueden desarrollarse cepas de agentes patógenos resistentes a la quimioterapéutica (véase el capítulo de Veterinaria). Frecuentemente, el uso de animales de alto rendimiento no produce la reducción del número de animales deseada. De esto resulta que tampoco tiene lugar el esperado alivio de los recursos forrajeros.
El fomento desequilibrado del uso y de la importación de animales de alto rendimiento puede tener como consecuencia que se subestimen las características útiles reales y potenciales de razas y especies autóctonas. Con ello existe el riesgo de pérdida de recursos genéticos y de métodos de producción adaptados a las condiciones ambientales naturales.
La ganadería urbana puede considerarse un caso especial de la ganadería campesina. Dado que los ganaderos urbanos compran muchos más forrajes que los de las zonas rurales, su existencia puede estimular el cultivo de forrajes en los alrededores de las ciudades. Esto puede repercutir positivamente sobre la estructura y la fertilidad del suelo, teniendo además efectos positivos sobre los ingresos de los campesinos dedicados al cultivo de forrajes. El manejo de vacas lecheras en las ciudades sirve para abastecer de lecha fresca a la población urbana. El manejo de otros animales está destinado principalmente al autoabastecimiento, si bien puede tener también funciones de ahorro y formación de capital; el estiércol producido sirve para mejorar la estructura del suelo y el equilibrio de nutrientes, pero en caso de un uso o una eliminación no apropiados representa un considerable potencial de riesgos inmediatos y mediatos para la salud. Como en el caso de la ganadería campesina, también en la ganadería urbana es muy importante el aporte de las mujeres, si bien hay que suponer que la distribución del trabajo entre los sexos será menos estricta que en las zonas rurales.
A la ganadería campesina pertenece también la apicultura. Las abejas no sólo proporcionan miel, sino que con la polinización de las flores incrementan considerablemente el rendimiento de los frutales, contribuyendo al mismo tiempo a conservar la variedad de especies de la flora. En la apicultura intensiva moderna, las plagas (ácaros, etc.) se combaten también químicamente. La salud de las personas puede verse amenazada por una aplicación incorrecta de los plaguicidas y por residuos de los mismos en la miel. La importación de razas de abejas de mayor rendimiento puede significar la aniquilación de especies autóctonas. La producción de miel y de cera de abejas brinda excelentes posibilidades de ingresos a la población rural. Es practicada predominantemente por los hombres.
Medidas de protección ambiental para el área campesina y pastoral pueden abarcar tanto un cambio de las condiciones generales como también intervenciones directas. Un cambio de las condiciones generales sería p. ej. la supresión de las subvenciones dadas para la producción de cereales forrajeros, que en el Norte de Africa ha contribuido al frecuente sobrepastoreo, o la modificación de los derechos de tenencia y uso de la tierra (reforma agraria). En el caso de intervenciones directas en sistemas de producción pastorales y campesinos, es necesario que las personas afectadas participen ya en la planificación de las medidas. Las medidas planificadas pueden abarcar temas muy diferentes, p. ej. gestión del agua, medidas de protección contra la erosión, cultivo de forrajes y, en el área campesina, promoción de la estabulación. La exigencia única de reducción de los hatos, tal como se ha planteado con frecuencia en el pasado, se basa ante todo en una insuficiente comprensión del funcionamiento de los sistemas de producción campesinos y pastorales.
2.2.4 Grandes unidades pecuarias con ganadería intensiva
En el caso de las grandes unidades pecuarias, la producción es prácticamente independiente de las superficies dedicadas a forrajes. El forraje se importa de otras regiones del país o del extranjero. Para el abastecimiento de la población urbana se crían ante todo cerdos y aves.
Las grandes unidades consumen considerablemente más energía fósil por unidad de producción que las unidades tradicionales. Si al forraje se añaden sustancias intensificadoras del crecimiento como antibióticos u hormonas, existe el peligro de la formación de residuos en los alimentos de origen animal, así como del desarrollo de agentes patógenos resistentes.
Del alto consumo de agua es de esperar además una explotación abusiva de los escasos recursos hidráulicos.
En establos cerrados, el clima del establo (temperatura, humedad del aire, gases nocivos como amoníaco, ácido sulfhídrico o metano, contenido de polvo y gérmenes en el aire) actúa negativamente tanto sobre los animales como también sobre las personas que allí trabajan (riesgos para la salud). Sólo por el tamaño de estas unidades pecuarias, el riesgo de contaminación de las aguas superficiales y subterráneas por estiércol líquido es ya considerablemente mayor que en el caso de la ganadería campesina. Los problemas de la eliminación del estiércol y de los cadáveres de los animales, y los riesgos para la higiene a ellos vinculados, son también mayores. De la aplicación de desinfectantes se deriva un peligro para las aguas, los suelos y, posiblemente, para la salud.
En el caso del manejo intensivo de bóvidos, la liberación de metano de los estómagos de estos rumiantes alcanza también una importancia cuantitativa por tratarse de un gas relevante para el efecto invernadero.
Si existen relaciones de competencia con la producción campesina, las grandes unidades pecuarias influyen negativamente sobre los ingresos de los pequeños agricultores. Esto puede tener como consecuencia que los campesinos se vean obligados a practicar la agricultura en condiciones marginales en lugar de la ganadería, con repercusiones negativas sobre el equilibrio de las especies y la fertilidad del suelo. Con esto se incrementa el riesgo de erosión de la región afectada. Algunas grandes empresas, como las dedicadas a la ceba comercial de bovinos o grandes unidades de producción lechera (agro-combinados), pueden entrar también en competencia directa con las pequeñas unidades agropecuarias en lo que atañe a las tierras de uso agrícola (p. ej. en zonas de regadío), desplazando así a los campesinos hacia áreas marginales. Sin embargo, este peligro es mayor en el caso de plantaciones y de otras explotaciones agrícolas que en el caso de las unidades agropecuarias.
Medidas de protección ambiental en las grandes unidades pecuarias con ganadería intensiva incluyen ante todo medidas técnicas: ventilación de los establos, distancia respecto a los asentamientos humanos, medidas para el almacenamiento y la eliminación de estiércol líquido y sólido, medidas de higiene como desinfección, prohibición del uso de sustancias aceleradoras del crecimiento, cercado de los establos, etc.. Los estándares técnicos están bien documentados en Europa central (p. ej. DIN 18910; clima en los establos, normas de la Asociación de Ingenieros Alemanes,5 valores de concentración máxima en el puesto de trabajo6, publicaciones del KTBL7).
5VDI - Vorschriften
6MAK - Werte
7KTBL - Bauschriften
3. Análisis y evaluación de impacto ambiental. Fuentes de referencia
No existen directivas de aplicación general para el análisis del impacto ambiental causado por la producción animal. En cuanto a los efectos de grandes unidades pecuarias sobre el clima de los establos y el agua, hay directivas alemanas (p. ej. norma DIN 18910, norma de la Asociación de Ingenieros Alemanes8, documentos de planificación para establos) que brindan informaciones básicas que pueden servir de ayuda. Trabajos australianos (p. ej. Harrington y otros 1984, Squires 1981) pueden proporcionar en general sugerencias valiosas para ranchos y pastoreo. Los necesarios registros de datos relativos a los efectos de la producción animal tienen que efectuarse a largo plazo; al respecto pueden integrarse diversos métodos: observaciones del suelo y de las plantas, composición de los hatos y registros de productividad de los animales, evaluación de fotografías aéreas (series) y, dado el caso, también de fotografías tomadas por satélites. Un análisis de ecosistemas será una buena base para poder hacer afirmaciones concretas sobre la capacidad sustentadora del respectivo ecosistema.
En los últimos años se ha discutido, en parte con grandes controversias, sobre la racionalidad ecológica, económica y productiva de la producción animal pastoral y campesina (Sandford 1983, Galaty y otros 1979; véanse también artículos aparecidos en publicaciones de redes como Nomadic Peoples, ODI Pastoral Development Network o CRSP). El actual nivel de conocimientos no permite una evaluación concluyente, sino que las fuentes de información mencionadas deberían entenderse más bien como sugerencia.
4. Relación con otros ámbitos de actividad
La producción animal está interrelacionada especialmente con la producción vegetal y la silvicultura, representando una parte de la gestión general de recursos naturales. Dentro de la interrelación con la producción vegetal, se "transforman" materias forrajeras como los forrajes verdes, residuos de las cosechas o también cereales. La producción y la aplicación de estiércol tiene repercusiones positivas sobre la producción vegetal. La función de la producción animal como "caja de ahorros" y la posibilidad de formación de capital pueden permitir también inversiones en la agricultura. Conflictos de uso relativos a las zonas de pastos se originan ante todo en el caso de productos agrícolas destinados a la venta como el algodón y otros monocultivos de gran extensión. También existen importantes interacciones con el abastecimiento de agua en zonas rurales.
Dado que para los rumiantes los pastos naturales son en muchos lugares la fuente de forrajes más importantes, han de tenerse en cuenta los intereses de la producción animal y del pastoreo al realizar la planificación regional. Una falta de comprensión de los sistemas ganaderos y de su funcionamiento puede provocar aquí conflictos considerables.
La producción de alimentos y los riesgos para la higiene a ello vinculados influyen sobre la alimentación y la salud de la población. En caso de utilizar como alimento para el ganado cereales y otros productos que pudieran utilizarse también para la alimentación humana sin mayores transformaciones, resultan conflictos directos de uso. Indirectamente se originan allí dónde se cultiven forrajes (p. ej. soja) a gran escala, en perjuicio de la ganadería campesina.
La producción animal proporciona materias primas para su elaboración ulterior en centrales lecheras, mataderos, fábricas de curtición e hilanderías, siendo por lo tanto un proveedor de materias primas para la agroindustria.
En su relación con la técnica agrícola, la producción es proveedora de animales de tiro, mientras que en el caso de las grandes unidades pecuarias es compradora en lo que atañe a establos y similares. La veterinaria presta predominantemente sus servicios a la producción animal. La pesca es proveedora de alimentos para el ganado en forma de harinas de pescado para otros ramos de la producción animal intensiva, mientras que la piscicultura en estanques puede aprovechar los residuos y subproductos de la producción animal.
En el caso de las industrias de transformación, la contaminación del medio ambiente depende de la clase y el tamaño de las empresas. Respecto a los mataderos, véanse los capítulos de Veterinaria, Mataderos y elaboración de productos cárnicos así como de Agroindustria.