38. Minería - Beneficio y transporte

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Contenido

1. Descripción del ámbito de actividad

2. Impacto ambiental y medidas de protección

2.1 Carga, descarga y transporte
2.2 Trituración, cribado, molienda y clasificación
2.3 Separación, flotación
2.4 Tostación
2.5 Almacenamiento y transporte del producto concentrado; restauración de la cubierta vegetal

3. Análisis y evaluación de impacto ambiental. Fuentes de referencia

4. Relación con otros ámbitos de actividad

5. Evaluación sinóptica de la relevancia ambiental

6. Bibliografía

 

1. Descripción del ámbito de actividad

El beneficio constituye el enlace tecnológico entre la extracción o arranque de materias primas minerales y su transformación en materiales de uso industrial. Las técnicas utilizadas sirven para concentrar el fino (material valioso) después de separarlo del material estéril que lo rodea. La gran variedad de materias primas y las grandes diferencias entre los yacimientos exigen una amplia gama de técnicas de beneficio, que van desde procesos simples de clasificación y lavado de arena y grava hasta sofisticadas técnicas de enriquecimiento de metales finamente interestratificados, pasando por los métodos relativamente complejos empleados en el procesamiento de la hulla. Las diversas fases del procesamiento metalúrgico se describen por separado en el capítulo "Metales no ferrosos".

La relevancia ambiental de las actividades aumenta muchas veces a la par de su envergadura y del grado de dificultad de las distintas fases de procesamiento. En el presente capítulo analizaremos a fondo los efectos ambientales de las plantas de procesamiento de minerales metálicos, por ser éstas un ejemplo representativo de la gama de posibles daños ecológicos.

Cabe señalar que no se examinarán casos especiales, como por ejemplo el procesamiento de mineral de uranio, para el que existen disposiciones especiales en todo el mundo. Se excluirán, asimismo, todos los procesos de reciclaje de productos minerales usados, tales como baterías, vidrio y otros.

2. Impacto ambiental y medidas de protección

2.1 Carga, descarga y transporte

La carga y descarga de camiones y vagones produce grandes cantidades de polvo. Además, los vehículos pierden polvo fino por acción del viento durante el transporte. Trenes y camiones emiten ruido y gases nocivos y circulan por carreteras o vías férreas que ocupan importantes superficies de terreno. Las obras de construcción, a su vez, repercuten negativamente en la naturaleza y en las condiciones de vivienda (véanse los capítulos "Planificación del tráfico", "Construcción de viviendas y saneamiento de barrios" y "Circulación vial").

La planta de beneficio debería instalarse directamente en la mina o en sus inmediaciones, a fin de reducir los efectos ambientales. La instalación cercana a la mina permite emplear cintas transportadoras, evitando así el uso de camiones y trenes. Si no existe una alternativa viable al transporte por camión, los caminos deben cubrirse con una capa de material bituminoso o de concreto de cemento y mantenerse siempre limpios. La limpieza periódica de los camiones o la instalación de un equipo de lavado de ruedas ayuda a reducir las emisiones de polvo. Los camiones con bajos niveles de emisión de gases y de ruido ayudan a reducir la contaminación con monóxido de carbono, hidrocarburos, óxidos de nitrógeno, negro de humo y ruido. Para evitar las emisiones durante el transporte, podrán tomarse, además, otras medidas de protección, consistentes, por ejemplo, en cubrir la carga, rociarla con agua, o transportarla en contenedores cerrados. Al cargar y descargar productos que desprendan grandes cantidades de polvo deberán instalarse equipos de aspiración y desempolvamiento en las instalaciones de carga y descarga (por ejemplo, en fondos de tolva y canalones de evacuación). Al llenar contenedores cerrados debe eliminarse el polvo del aire desplazado. El grado de desempolvamiento requerido depende de la nocividad del polvo y puede realizarse con ciclones (separadores centrífugos) y tejidos filtrantes.

Por razones de mantenimiento y de protección ambiental, los transportadores de cinta deben dotarse de un recubrimiento que reduzca las emisiones de polvo y ruido. Los dispositivos de impulsión ubicados en las torres de viraje de las cintas producen ruidos intensos de hasta 120 dB (A). Las medidas de insonorización complementarias son más eficaces si van precedidas de un examen de todas las fuentes de ruido de la instalación de procesamiento. El tamaño de las aberturas de las tolvas determina la intensidad del ruido emitido por éstas durante las labores de descarga. El uso de esclusas adicionales contribuye a reducir dichas emisiones.

2.2 Trituración, cribado, molienda y clasificación

La trituración previa o desbaste del material se realiza preferentemente en machacadoras de mandíbulas, a las cuales se conecta una instalación de cribado que retiene las partículas de tamaño excesivo para que vuelvan a ser machacadas. Las partículas de tamaño adecuado son recogidas en depósitos intermedios, de donde son llevadas a la trituración fina por cintas transportadoras. Durante la clasificación granulométrica, los granos de tamaño excesivo son devueltos continuamente al triturador y los de tamaño normal son almacenados en un depósito intermedio. Si se requieren productos más finos, el material puede ser triturado nuevamente en un molino de bolas o de barras, en cuya salida se separa la materia prima en partículas de tamaño adecuado.

Todas las etapas del proceso producen polvo y ruido, que pueden contaminar el puesto de trabajo y el medio ambiente.

No existen valores universales que puedan usarse para calcular la cantidad de polvo producido en una instalación determinada, ya que ésta depende, entre otros factores, de la estructura cristalina y de la composición geológica de los minerales, del grado de trituración y de las características técnicas de la instalación. Sin embargo, si se tiene en cuenta que una explotación moderna procesa un promedio de hasta 50.000 toneladas diarias de mineral, incluso un porcentaje mínimo de emisiones de polvo contaminaría los suelos y la vegetación en el entorno de las instalaciones de procesamiento. Sobre todo la deposición de metales pesados en los seres vivientes a través de la cadena alimentaria puede perjudicar la salud humana. La presencia de polvos fibrosos en el puesto de trabajo, por su parte, puede causar daños a la salud, produciendo silicosis o asbestosis.

Para reducir al mínimo la contaminación con polvo, las máquinas deben dotarse de un revestimiento adecuado. Donde esto no sea posible por razones técnicas, el aire de salida deberá conducirse a un separador de polvo. La selección del dispositivo filtrante más adecuado se hace en función de la composición y de la distribución granulométrica de las partículas emitidas. Por lo general, se utilizan ciclones para la filtración basta y tejidos filtrante para las partículas finas. Con ello se reduce la concentración de polvo en el aire depurado a menos de 10 mg/m³. En los ámbitos de trabajo con altas emisiones de polvo, debe prescribirse el uso de máscaras protectoras para los operarios. En zonas cálidas conviene usar máscaras con superficies filtrantes grandes.

Para limitar las emisiones de ruido, conviene aislar las instalaciones, reduciendo al mínimo el número de aberturas en el aislamiento. Además, dado que las instalaciones de procesamiento funcionan las 24 horas del día, conviene adoptar medidas destinadas a reducir las molestias nocturnas en las zonas residenciales circundantes. Las medidas antisonoras deben iniciarse ya en la fase de planificación, pudiendo preverse distancias mínimas entre instalaciones y viviendas, así como la construcción de terraplenes y/o muros antirruido.

En el puesto de trabajo, la automatización y la instalación de estaciones de control a distancia constituyen la única posibilidad de evitar la contaminación acústica. En puestos de trabajo con altos niveles de ruido, los operarios deben disponer de protectores auditivos y estar concientizados para usarlos responsablemente, a fin de evitar casos de sordera.

2.3 Separación, flotación

Las instalaciones de procesamiento requieren agua para la separación de materiales flotantes y sedimentables, para la clasificación en cribas mecánicas y en ciclones y para la preparación de baños (pulpas) de flotación. En este último proceso, el agua se utiliza para eliminar el material estéril por medios gravimétricos y para lavar el material valioso, eliminando las partículas en suspensión. La demanda total de agua varía considerablemente, dependiendo de las características de la materia prima, así como de la naturaleza del yacimiento y de los procesos utilizados.

Las técnicas de separación en medio denso se usan exclusivamente para el procesamiento de granos gruesos. Entre los aditivos empleados para aumentar la densidad de la pulpa se cuentan la magnetita, la galena, el ferrosilicio y, en algunos casos, el espato pesado. Para reducir la consistencia, pueden añadirse entre 0,3 g y 1 g de hexametafosfato sódico por litro de pulpa. El agua debe hacerse circular en un circuito cerrado, pudiéndose extraer las partículas sólidas mediante estanques de sedimentación, filtros húmedos o ciclones. A pesar de usar varias veces el agua reciclada, el consumo de agua limpia puede ser de 0,5 m³ a 1,5 m³ por tonelada de material en bruto.

El enriquecimiento por flotación se usa para separar minerales mixtos o finamente interestratificados, a fin de concentrarlos por separado. Para ello se utilizan sustancias químicas especiales (reactivos) que producen reacciones surfactivas físico-químicas en el mineral. La materia prima debe ser triturada de antemano, de forma que queden únicamente interestratificaciones mínimas de los materiales a ser separados. Las partículas sólidas contenidas en los lodos residuales de la flotación son de tamaño muy reducido (granos ultrafinos a coloidales), lo cual hace que se sedimenten muy lentamente. En vista de ello, los lodos son sometidos a una deshidratación preliminar en espesadores, a fin de recuperar rápidamente una parte del agua de proceso. Los desechos estériles (colas) contienen aún cantidades considerables de agua, por lo que son bombeados a estanques de sedimentación donde se decantan lentamente las sustancias sólidas (el proceso de sedimentación puede durar una semana, aproximadamente). La fase líquida se recupera en forma de agua infiltración.

Los reactivos de flotación se dividen en colectores, espumantes y modificadores. Los colectores son compuestos tensioactivos orgánicos que impermeabilizan la superficie del mineral y que se seleccionan en función de los diversos minerales. Para la flotación de minerales sulfurados se requieren, por ejemplo, entre 10 g y 500 g de xantatos por tonelada de mineral. Para la flotación de minerales no sulfurados se requieren entre 100 g y 1000 g de sulfonato o de ácidos grasos no saturados por tonelada de mineral.

Los reactivos espumantes (terpenos, cresol, metilisobutilcarbinol, ésteres monometílicos de glicoles propílicos, etc.) influyen en el tamaño de las burbujas de aire y estabilizan la espuma en el aparato de flotación. El consumo para la flotación de minerales sulfurados puede ser de 5 g a 50 g por tonelada de mineral bruto.

Los reactivos modificadores se usan para regular el pH; comúnmente se emplean cal, sosa o sosa cáustica para ajustar la alcalinidad, y ácido sulfúrico para acidular. Además, se utilizan reactivos de pasivación o activación -por ejemplo, sulfato de cobre o sulfato de zinc- para acentuar las diferencias de impermeabilidad de los distintos minerales a separar. En la flotación selectiva de minerales sulfurados se emplean cianuros alcalinos. En caso de agregar cianuros, la pulpa debe ser siempre alcalina para evitar el escape de ácido prúsico al aire. Las cantidades añadidas varían entre 1 g y 10 g por tonelada de mineral. Los reactivos empleados en la flotación selectiva incluyen, además, sulfuro de sodio, dicromato, silicato de potasa y formadores de complejos.

Muchos de los reactivos y aditivos químicos empleados en la flotación constituyen un peligro de contaminación para las aguas. Por lo tanto, para prevenir las dosis excesivas de estas sustancias, deben emplearse aparatos dosificadores, cuya operación debe vigilarse cuidadosamente. Además, en el caso de reactivos de flotación potencialmente contaminantes, deben aplicarse normas de seguridad estrictas a las instalaciones y equipos de almacenamiento, llenado, trasvase y aplicación. Dependiendo del potencial contaminante de las sustancias almacenadas y del grado de protección necesario (por ejemplo, alto grado de protección en cuencas de captación de agua potable), las medidas de seguridad deben excluir la posibilidad de una contaminación de las aguas superficiales y subterráneas. Dado el caso, se instalarán depósitos colectores impermeables y resistentes a productos químicos, sin orificio de desagüe, para captar de forma controlada cualquier sustancia perjudicial en caso de fugas, sobrellenado o accidentes. El volumen de captación debe ser tal que puedan retenerse las sustancias derramadas hasta haber tomado medidas procedentes para superar la emergencia. Los depósitos de almacenamiento deben ser de doble pared y estar provistos de detectores de fugas y dispositivos de seguridad para prevenir el sobrellenado.

Todas las medidas y normas de conducta destinadas a evitar la contaminación de aguas con reactivos de flotación deben reunirse en instrucciones de operación y emplearse para la capacitación del personal. Además, se requieren manuales con planes para la supervisión, el mantenimiento y medidas de emergencia en caso de fallas de operación. Finalmente, dependiendo del grado de nocividad de los distintos reactivos, será necesario establecer y vigilar el cumplimiento de medidas de seguridad laboral para el manejo de dichas sustancias.

Las medidas de sensibilización y capacitación son sumamente importantes, ya que en muchos casos la contaminación ambiental es causada por deficiencias en el manejo, almacenamiento y transporte de las sustancias empleadas en el procesamiento.

Los residuos procedentes de la concentración del mineral contienen pequeñas cantidades de reactivos de flotación, productos químicos de lixiviación o densificadores, las cuales son vertidas en las lagunas de colas junto con los residuos. Esto significa que el agua de infiltración recogida en el desagüe de las lagunas debe analizarse antes de ser conducida nuevamente al circuito de agua de proceso, a fin de determinar su contenido en compuestos químicos empleados en el beneficio. Sin embargo, la mayor parte de los reactivos se encuentran en el concentrado útil. Al deshidratar el concentrado, los reactivos y productos químicos son evacuados junto con el agua, siendo conducidos nuevamente al ciclo de trituración fina.

Después de los procesos de espesamiento, filtración y deshidratación, el concentrado puede contener hasta un 8% de humedad residual, lo cual significa que las instalaciones de concentración deben recurrir a otras fuentes para suplir el déficit de agua. El agua empleada para la concentración (hasta 5 m³ de agua por tonelada de mineral) puede contener aproximadamente un 30% de agua limpia. El consumo de agua en las plantas de tratamiento debe planificarse cuidadosamente, a fin de lograr una adaptación óptima a los recursos hídricos superficiales y subterráneos de la región y evitar efectos ambientales y problemas en el suministro de agua potable.

El agua de procesos debe tratarse debidamente y hacerse circular en un circuito cerrado. Los procesos que conducen el agua directamente al cauce receptor después del tratamiento del mineral pueden enlodar y contaminar éste, especialmente si contienen grandes cantidades de sedimentos o sustancias químicas.

Otro problema derivado del beneficio son las grandes superficies requeridas para la deposición del material residual (ganga y colas). Al disminuir la cantidad de material útil contenido en la mena, aumenta el volumen de material procesado y se incrementan de forma desproporcionada las superficies necesarias a largo plazo para la deposición de material estéril. La magnitud de este problema se refleja en el hecho de que, en una planta de beneficio con un volumen de procesamiento de unas 45.000 toneladas diarias y un período de operación de unos 20 años, los estanques de sedimentación ocupan una superficie de 400 a 500 hectáreas y tienen una capacidad de 300 a 350 millones de metros cúbicos. El tamaño de las lagunas de colas puede reducirse en algunos casos, utilizando el material secado como relleno en minas subterráneas. Sin embargo, este procedimiento no siempre puede aplicarse, por lo que resulta imposible prescindir totalmente de las lagunas y escombreras.

Nunca deben construirse grandes estanques de sedimentación sin haber estudiado minuciosamente las condiciones del lugar. Además de identificar exactamente los componentes físicos y químicos del material de desmonte, deberán analizarse particularmente las condiciones hidrogeológicas, así como las propiedades geológicas del suelo subyacente. La permeabilidad de los estratos y el régimen de drenaje natural son factores esenciales que influyen en la protección de las aguas subterráneas. En vista de que las lagunas de colas se utilizan durante varias décadas y están sujetas a ampliaciones, los planes de emergencia deben prever la rotura de diques causada por un exceso de precipitaciones.

Debe tenerse en cuenta, además, que las precipitaciones pueden iniciar procesos de lixiviación, haciendo de la escombrera una fuente de aguas contaminadas de escurrimiento e infiltración. El peligro de contaminación del agua subterránea surge cuando el lecho de la escombrera es excesivamente permeable y cuando el material depositado contiene una alta concentración de sustancias hidrosolubles o de metales pesados. Las medidas de protección más importantes incluyen la impermeabilización del lecho, la minimización de las aguas de aspersión y la captación del efluente. Además, deben construirse pozos de observación, incluso antes de iniciar el vertido de escombros.

Las escombreras son una fuente inevitable de emisiones de polvo. La altura de descarga del material seco debe ser lo menor posible y los puntos de transferencia deben aislarse para impedir el escape de partículas finas. Las medidas destinadas a prevenir el levantamiento de polvo incluyen la compactación de superficies, la aspersión del material estéril, la aplicación de aglomerantes no contaminantes a las superficies expuestas y el establecimiento oportuno de una capa vegetal en el lado de la escombrera que recibe la acción del viento. En vista de que las bombas, vehículos de transporte, aplanadoras y cintas transportadoras generan ruido, deberán tomarse además medidas insonorizantes (aislamiento de vehículos y máquinas, construcción de barreras antirruido, etc.), especialmente si hay viviendas en las inmediaciones.

Las lagunas de colas y las escombreras deben rodearse de una zanja impermeable en la que se capten las aguas de escurrimiento e infiltración, las cuales deben analizarse antes de ser conducidas al cauce receptor. Antes de verter efluentes en éste, deberá comprobarse que la concentración de sustancias sedimentables sea compatible con el uso y la sensibilidad de las aguas. Dependiendo de las materias que se viertan en las lagunas de colas y escombreras, puede ser necesario llevar a cabo un análisis complementario del agua para determinar si contiene otras sustancias contaminantes (por ejemplo, metales pesados y productos químicos empleados en el procesamiento). Los procesos químicos y físicos empleados en la depuración del agua (decantación, floculación, oxidación química, evaporación, etc.) dependen de las sustancias contaminantes contenidas en ella.

Teniendo en cuenta la erosión y sus posible efectos sobre las emisiones, será necesario observar las aguas de escurrimiento o infiltración a largo plazo y, dado el caso, establecer un sistema de vigilancia continua.

Aparte de la flotación, se usan técnicas de lixiviación y amalgamación para separar los minerales. El oro, por ejemplo, se extrae del concentrado gravimétrico en forma de amalgama, haciéndolo reaccionar con mercurio metálico. El concentrado residual, por su parte, se somete a lixiviación, añadiendo para ello una solución de cianuro. Ambos procesos producen efectos ambientales importantes y difíciles de corregir. Las aguas residuales contaminadas con mercurio generan problemas especiales al ser conducidas directamente al cauce receptor, sin tratamiento previo. Pero aun en caso de retener el mercurio con las nuevas resinas intercambiadoras de iones, no es seguro que se pueda reducir la concentración residual de este metal a niveles aceptables. Por otra parte, la gran gama de sustancias químicas que se emplean en la lixiviación del oro (cianuros, cal, nitrato de plomo, ácido sulfúrico, sulfato de cinc, etc.), al igual que los procesos de tratamiento, plantean riesgos de contaminación del aire, el agua y el suelo. Por lo tanto, la planificación debe incluir todas las medidas y precauciones que, por motivos de protección ambiental y de seguridad en el trabajo, podrían aplicarse en una empresa de la industria química inorgánica. Las medidas incluyen la captación de vapores emitidos por los depósitos y tanques de reacción y la instalación de depuradores de vapores destinados a reducir las emisiones contaminantes. Las soluciones acuosas procedentes de filtros-prensa deben hacerse circular en circuitos cerrados. El lodo de filtración procedente de filtros de vacío, por su parte, debe analizarse para determinar su aptitud para la deposición en rellenos sanitarios y, en caso necesario, someterse a un tratamiento previo. Las aguas residuales provenientes de la amalgamación y de la lixiviación deben controlarse regularmente.

2.4 Tostación

Otro método de concentración de minerales es la tostación, la cual se utiliza para el tratamiento de menas sulfuradas. Los gases de tostación contienen altas concentraciones de dióxido de azufre y deben ser tratados con centrifugadoras y separadores electroestáticos para eliminar el polvo. El tratamiento del dióxido de azufre es indispensable, ya que los gases de tostación son altamente agresivos y pueden destruir gran parte de la vegetación en los alrededores de las instalaciones. Es importante, especialmente, garantizar el cierre hermético de los dispositivos de alimentación y de descarga del horno. Las emisiones de polvo procedentes del depósito de alimentación pueden eliminarse en gran medida con tejidos filtrantes. Las emisiones de ruido provenientes de los dispositivos soplantes, por su parte, pueden reducirse con un revestimiento insonorizante. Por último, dependiendo de los compuestos orgánicos empleados en el procesamiento (características y concentración) y de las condiciones de operación de la planta, es posible que los gases de escape, las cenizas y/o las escorias de la tostación clorurada contengan compuestos policlorados (dibenzofurano y dibenzodioxano). En caso de detectar estas sustancias nocivas, deberán modificarse las condiciones de operación, a fin de reducir al mínimo las emisiones.

2.5 Almacenamiento y transporte del producto concentrado; restauración de la cubierta vegetal

El almacenamiento de concentrados al aire libre implica riesgos de contaminación del aire, del suelo y de las aguas, debido a la acción del viento y de las precipitaciones.

La superficie sobre la cual se almacenan los concentrados debe sellarse adecuadamente para evitar la contaminación de las capas superiores del suelo. En general, el recubrimiento con lonas y el mantenimiento de un nivel constante de humedad en la superficie del depósito no ofrecen protección suficiente contra la acción del viento. Por este motivo, debe preverse la construcción de un depósito cubierto y cerrado. En vista de que las operaciones de carga y descarga generan polvo, deberán tomarse medidas para reducir las emisiones de polvo en el interior del depósito (por ejemplo, reducir al mínimo la altura de descarga).

Las medidas relacionadas con el transporte del material coinciden con las mencionadas en el punto 2.1.

Será necesario determinar en cada caso si las superficies seleccionadas para el establecimiento de estanques de sedimentación y escombreras constituyen espacios vitales importantes para la flora y la fauna. Asimismo, deberá estudiarse la posibilidad de prevenir la erosión eólica e hidráulica en taludes y terraplenes y de compensar en alguna medida los efectos ambientales, mediante el restablecimiento oportuno de una capa vegetal. Las características y la envergadura de las actividades de recultivo deben establecerse en un catálogo de medidas, que debe ser elaborado en coordinación con las entidades responsables de la planificación regional y paisajística. Si, por ejemplo, se pretende destinar las superficies a la agricultura o a la horticultura, será necesario identificar las sustancias contaminantes contenidas en el material depositado y determinar su movilidad (capacidad de migración). En caso necesario, deberá compactarse o sellarse el suelo, a fin de evitar la penetración de materias contaminantes. La disponibilidad de material cultivable para la recuperación del terreno debe determinarse de antemano, en la fase de planificación.

3. Análisis y evaluación de impacto ambiental. Fuentes de referencia

El procesamiento y el transporte de minerales producen emisiones importantes de polvo. Para reducirlas, se requieren métodos adecuados de colección y separación, los cuales deben ser particularmente eficaces cuando las emisiones contienen metales pesados, tales como cadmio, mercurio, talio, arsénico, cobalto, níquel, selenio, telurio o plomo. Asimismo, es indispensable determinar la cantidad efectiva (Kg/h) de metales pesados en el aire de salida de las instalaciones, a fin de fijar valores límite para el aire depurado. El cadmio, el mercurio y el talio son especialmente nocivos, por lo que las concentraciones límite admitidas deben ser inferiores a las de los demás metales pesados. Si el polvo emitido contiene cuarzo, debe tenerse en cuenta además el riesgo de la silicosis, cuya prevención requiere la vigilancia continua de las concentraciones de polvo en el puesto de trabajo. En los puestos de trabajo con emisiones de polvo es importante ofrecer servicios de medicina laboral para los trabajadores.

La vegetación también puede sufrir daños debido a la acción corrosiva de sustancias minerales solubles en aguas lluvia. Por otra parte, una capa espesa de polvo puede restringir la capacidad natural de asimilación de las plantas y, en casos extremos, causar su muerte. Las instalaciones procesadoras de menas con contenido en metales pesados, por su parte, son una fuente potencial de contaminación del suelo en los terrenos circundantes, por lo que será necesario determinar el contenido de metales pesados en el mineral portante antes de construir las instalaciones.

Existen actualmente dispositivos recogedores y separadores de polvo de eficacia comprobada, cuyo funcionamiento eficiente no obstante debe controlarse a través de mediciones. Las instalaciones deben ser operadas según un reglamento escrito en el que se detallen todas las actividades de inspección, mantenimiento y reparación requeridas para filtros y separadores.

En condiciones ambientales inadecuadas, algunos polvos finos pueden encenderse o explotar, debido a acumulaciones térmicas, al recalentamiento de un cojinete o a la acción de una chispa. Para prevenir este peligro deben mantenerse buenas condiciones de ventilación. Además, dependiendo de las condiciones, puede ser conveniente establecer un ambiente inerte o instalar sistemas de impulsión neumática y blindajes a prueba de presión.

Las sustancias contaminantes empleadas en los procesos de tratamiento pueden contaminar el suelo y las aguas. Las causas inmediatas de la contaminación incluyen fugas, descuidos y accidentes. Por tanto, los equipos de almacenamiento, llenado y trasvase de sustancias contaminantes, al igual que las instalaciones de proceso, deben diseñarse y operarse de forma que se eviten estas emisiones. Asimismo, deben aplicarse normas de protección para el transporte y la disposición de las sustancias químicas. Finalmente, debe reglamentarse el manejo de sustancias químicas con el fin de proteger a los trabajadores. Los procesos de separación y concentración basados en la lixiviación, la amalgamación y la tostación constituyen un peligro ambiental particularmente grave debido a las sustancias químicas empleadas (cianuros, mercurio, etc.) y, en el caso de la tostación, a la emisión de gases ácidos. Por lo tanto, estos procesos requieren técnicas complementarias destinadas a retener el mercurio, tratar los gases de tostación y reducir las emisiones de la lixiviación.

Como se señaló arriba, las lagunas de colas, los estanques de sedimentación y las escombreras ocupan grandes extensiones de terreno. Al evaluar las emisiones de contaminantes debe tenerse en cuenta especialmente la morfología del subsuelo. Para evitar a largo plazo la contaminación de las aguas superficiales y subterráneas, será imprescindible, además, realizar análisis especiales, empezando en la fase de planificación. Hasta la fecha no se han establecido valores límite para la contaminación del subsuelo con sustancias contenidas en los lodos de beneficio. Por lo tanto, al construir nuevas instalaciones, conviene recurrir a datos empíricos obtenidos en lagunas de colas de instalaciones similares. Las pilas de lodos de carbón, por su parte, deben compactarse firmemente para evitar la autoignición.

El establecimiento de estanques y escombreras en superficies agrícolas tiene por consecuencia la eliminación de fuentes de ingresos, por lo que será necesario estudiar las consecuencias para los sectores afectados de la población, especialmente para las mujeres, e identificar fuentes de ingresos alternativas. La integración oportuna de la población en los procesos de información y de decisión constituye un medio eficaz para evitar o mitigar los conflictos sociales.

Las aguas residuales del tratamiento, al igual que las aguas de infiltración procedentes de lagunas de colas y escombreras pueden contaminar el suelo y las aguas superficiales y subterráneas con metales pesados o sustancias químicas. Ello implica un riesgo especial para el abastecimiento de agua potable. Las altas concentraciones de sedimentos, por su parte, pueden causar el enlodamiento y la acumulación de sustancias contaminantes en el lecho de los ríos. En vista de los riesgos, se requiere un control permanente de las aguas residuales de las plantas de procesamiento, las cuales deben depurarse, teniendo en cuenta las características y la concentración de metales pesados, sedimentos y productos químicos contaminantes.

La reducción del ruido generado por las instalaciones de procesamiento depende en gran medida de las dimensiones y de la capacidad aislante de los revestimientos empleados en los equipos. Para prevenir la contaminación acústica en zonas residenciales, conviene dejar distancias mínimas entre instalaciones y viviendas. Las correspondientes medidas deben diseñarse antes de iniciar las operaciones; es decir, en la fase de planificación. Para limitar las emisiones de ruido procedentes de la operación de lagunas de colas y escombreras, deben tomarse medidas apropiadas, especialmente si hay viviendas en las inmediaciones.

En Alemania, las emisiones de ruido admisibles se hallan registradas en el reglamento administrativo sobre el control de la contaminación acústica.43 Las emisiones admisibles dependen de la ubicación de la planta (por ejemplo, zona industrial, zona residencial, etc.).

43Technische Anleitung Lärm.

En las instalaciones de beneficio conviene, al igual que en Alemania, nombrar encargados de empresa competentes en materia de emisiones y protección de aguas, así como en cuestiones relativas a la gestión de residuos sólidos. Estos cargos deben desempeñarse de forma independiente y estar desligados de la producción. Además, para asuntos de seguridad e higiene, debe haber un delegado de seguridad y un médico del trabajo.

4. Relación con otros ámbitos de actividad

En vista de que las plantas de beneficio de materias primas minerales generalmente están ligadas a instalaciones mineras, conviene tener en cuenta los demás capítulos relativos a la minería.

El tratamiento de minerales requiere grandes superficies, por lo que debe coordinarse con el uso actual y futuro del terreno a nivel regional. Conviene consultar en este contexto los capítulos "Ordenación espacial y planificación regional" y "Planificación de emplazamientos industriales".

Donde no sea posible combinar directamente la planta de tratamiento con las instalaciones de extracción, será necesario construir una infraestructura vial adecuada para el transporte de los minerales, en cuyo caso se tendrá en cuenta el capítulo "Construcción y mantenimiento de redes viales; construcción de caminos rurales".

En regiones áridas, el consumo de agua de la planta de tratamiento es un factor de alta prioridad que incide en el aprovechamiento racional de los recursos hídricos. Por lo tanto, deberá tenerse en cuenta en el plan de gestión de recursos hídricos (véase el correspondiente capítulo).

5. Evaluación sinóptica de la relevancia ambiental

Si el emplazamiento previsto de la planta de tratamiento se halla en una zona escasamente poblada, deben tenerse en cuenta los objetivos establecidos en el plan de desarrollo de la región. De ser posible, se dará preferencia a zonas de importancia secundaria para el funcionamiento del ecosistema de la región, evitando las áreas ecológicamente sensibles.

Debido a los procesos empleados, son considerables las emisiones de polvo y de ruido en la mayoría de las instalaciones de tratamiento. Las molestias y emisiones de contaminantes en las inmediaciones de los equipos pueden reducirse a niveles aceptables mediante revestimientos adecuados y colectores o separadores de polvo. Es más difícil, en cambio, reducir las emisiones de polvo procedentes de las escombreras y de los depósitos de material seco, en los que se hace necesario humedecer el polvo, cubrir el material, consolidar la superficie o establecer una cubierta vegetal.

Las plantas de beneficio producen un alto volumen de material con bajo contenido en mineral valioso, el cual se conduce a lagunas de colas para la sedimentación. Al cabo de varias décadas, estos estanques de sedimentación llegan a ocupar superficies muy extensas, por lo que es imprescindible hacer un análisis previo y detallado de sus efectos ambientales. El propósito del análisis es aclarar todos los asuntos relacionados con la protección del suelo y de las aguas subterráneas, determinar las condiciones de estabilidad estructural de las obras (por ejemplo, resistencia de los diques en caso de inundaciones) y estudiar las posibilidades de recultivo. A partir del análisis, podrán establecerse las medidas correspondientes.

El establecimiento y la operación de escombreras requiere un análisis previo de los riesgos de contaminación del suelo y de las aguas subterráneas y superficiales. Para reducir en lo posible los efectos ambientales, será necesario sellar el lecho de los depósitos y establecer un sistema para la captación de aguas de escurrimiento y de infiltración.

En lo que concierne al restablecimiento de la capa vegetal, conviene dar un aspecto natural a las lagunas de colas y a las escombreras, a fin de facilitar su integración en el paisaje. El terreno, por su parte, debe prepararse para el uso posterior.

Las aguas residuales de las instalaciones de tratamiento -procedentes de procesos, lagunas de colas y escombreras o depósitos de material- deben ser tratadas en plantas de depuración. El tratamiento debe ajustarse al uso posterior del agua y al grado de tolerancia del cauce receptor, evitando el enlodamiento de éste. El vertido de mercurio y de otros metales debe reducirse al mínimo. Como medida preventiva, deben construirse pozos de observación para controlar la calidad de las aguas subterráneas.

El transporte masivo de minerales por carretera o ferrocarril puede tener consecuencias perjudiciales para el medio ambiente, debido a las obras de ingeniería civil (peligro de erosión) y a la emisión de polvos volátiles y de ruido. Las emisiones de polvo pueden reducirse con el uso de contenedores de transporte cerrados; el ruido, por su parte, puede minimizarse utilizando camiones y equipos de transporte que emitan la menor cantidad posible de ruido y de gases nocivos. Finalmente, debe evitarse la deposición temporal o definitiva de materiales finos al aire libre, a fin de evitar la penetración de sustancias contaminantes en el suelo y en las aguas a causa de la erosión eólica e hidráulica. En muchos casos, los costos de las medidas de protección ambiental se ven compensados por una reducción en las pérdidas de mineral útil.


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