4. Planificación de la gestión de recursos hídricos

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Contenido

1. Descripción del ámbito de actividad

1.1 Generalidades
1.2 Definición de términos y conceptos básicos empleados en el plan general de gestión de recursos hídricos

2. Impacto ambiental y medidas de protección

3. Análisis y evaluación de impacto ambiental. Fuentes de referencia

3.1 Relaciones básicas
3.2 Impacto sobre el aprovechamiento y la calidad del agua como recurso natural
3.2.1 Inventario de los recursos hídricos disponibles
3.2.2 Inventario de los recursos hídricos aprovechables
3.2.3 Determinación de la demanda de agua
3.2.4 Balance hídrico y plan general de gestión de aguas
3.3 Evaluación de impacto ambiental: identificación de efectos sobre los recursos naturales y su aprovechamiento
3.4 Evaluación de efectos higiénico-sanitarios
3.5 Evaluación de efectos socioeconómicos y socioculturales
3.6 Marco político y administrativo

4. Relación con otros ámbitos de actividad

5. Relación sinóptica de la relevancia ambiental

6. Bibliografía

 

1. Descripción del ámbito de actividad

1.1 Generalidades

El agua se encuentra disponible en forma de aguas superficiales y subterráneas, siendo considerado como un recurso natural renovable. Las reservas hídricas de un lugar determinado suelen ser limitadas. Su recarga a través del ciclo hidrológico depende en gran medida de las precipitaciones, cuya cantidad y frecuencia varían enormemente según la temporada y la región.

En la mayoría de los casos, la relación entre la demanda y la disponibilidad de agua se caracteriza por un desfase geográfico, estacional, cuantitativo y cualitativo. Por consiguiente, son indispensables las actividades de gestión encaminadas a lograr objetivos de suministro previamente establecidos. La gestión de recursos hídricos implica la ordenación de todas las formas de uso y demás acciones humanas que afectan a las aguas superficiales y subterráneas. Esto, a su vez, significa que hay que definir objetivos suprasectoriales y crear condiciones básicas que permitan coordinar distintos usos difícilmente compatibles entre sí y asegurar una gestión sin efectos nocivos para el medio ambiente.

La sobreexplotación, los cambios en el uso del suelo, las alteraciones climáticas y otros factores diversos pueden restringir a largo plazo la recarga de los recursos hídricos, reduciendo con ello los recursos disponibles y la gama de usos potenciales.

Cabe distinguir entre los usos no consuntivos (p. ej., navegación, aprovechamiento de energía hidráulica, etc.) y los usos que implican el consumo parcial o total del agua disponible o su contaminación. Entre los usos del agua se cuentan diversas medidas de prevención (p. ej., protección contra crecidas).

Las condiciones generales que inciden en la gestión de los recursos hídricos van más allá de los ámbitos técnico y económico para abarcar aspectos sociológicos, socioculturales, legales, higiénico-sanitarios y políticos.

La gestión de recursos hídricos es un instrumento esencial de los proyectos de infraestructura. Como tal, contribuye especialmente a:26)

26)Conviene advertir que, en ciertos casos, los usos mencionados pueden estar en competencia.

- consolidar las bases de subsistencia de los asentamientos rurales y urbanos, mediante el suministro de cantidades adecuadas de agua sanitariamente segura para el consumo humano;

- mejorar las condiciones higiénicas en los asentamientos rurales y urbanos, mediante la eliminación controlada de aguas residuales y basuras (incluidas medidas para prevenir las llamadas 'enfermedades hídricas');

- aumentar la producción agrícola, gracias al mejoramiento del suelo, la irrigación y el drenaje;

- promover la producción industrial, mediante el suministro de agua potable y de procesos;

- desarrollar el sistema de transportes, mediante la ampliación de vías navegables en ríos, canales y lagos;

- mejorar el suministro de energía, mediante la construcción de instalaciones hidroeléctricas y el suministro de agua de enfriamiento para centrales termoeléctricas;

- fomentar la explotación de los recursos mineros, gracias a la evacuación controlada (agotamiento) de aguas de mina;

- proteger y preservar el entorno vital natural, gracias a las medidas de protección de aguas y al suministro del agua requerida por los ecosistemas;

- desarrollar la acuicultura, gracias al mantenimiento de hábitats naturales y artificiales para organismos acuáticos;

- preservar el hábitat natural y los centros de producción agrícola e industrial, mediante el control de inundaciones y, en caso dado, la protección contra la erosión, la formación de estepas y la desertificación.

- reducir la carga de trabajo de la mujer, mediante la provisión de agua en lugares estratégicos;

- desarrollar el turismo, mediante la conservación de espacios de recreo fluviales, lacustres y marinos.

1.2 Definición de términos y conceptos básicos empleados en el plan general de gestión de recursos hídricos

La política sectorial alemana27) define el plan general de gestión de recursos hídricos como la descripción de las relaciones y dependencias en materia de recursos hídricos que existen dentro de un espacio de planificación determinado. El pósitropo del plan es describir los factores que afectan a la gestión de los recursos en dicho espacio y crear las bases necesarias para evaluar los efectos de un cambio de dichos factores.

27)Véase BMZ 1987.

En la mayoría de los casos, el plan general de gestión de recursos hídricos se elabora para un espacio natural bien definido, es decir para una cuenca hidrográfica o parte de ella. Los límites de dicho espacio son las divisorias de aguas superficiales. Cualquier plan general de recursos hídricos que se elabore para una zona económica o una subdivisión de ésta debe basarse en lo posible en los planes de gestión de la correspondiente cuenca hidrográfica.

Será necesario determinar, para los distintos niveles del espacio de planificación (local, regional, nacional), qué cantidades de agua se encuentran disponibles y qué volumen de agua se requiere en qué lugares y en qué momentos, especificando en cada caso la calidad requerida. Asimismo, habrá que determinar las medidas de gestión necesarias para equilibrar la oferta y la demanda. Seguidamente, se examinará la viabilidad financiera, económica y ecológica de las medidas, teniendo en cuenta las condiciones actuales y previsibles en el espacio de planificación y en el espacio natural (cuenca hidrográfica) del que forma parte. Suelen aplicarse horizontes de planificación de entre 10 y 30 años.

El plan general de gestión de recursos hídricos recoge información sobre:

- la demanda actual y futura de agua;

- las posibilidades de satisfacer la demanda de agua con los recursos disponibles (elaboración de balances hídricos);

- las condiciones hidrogeológicas del espacio de planificación;

- los recursos y la disponibilidad (presente y futura) de agua, tanto en términos de su cantidad y calidad como de sus variaciones temporales y geográficas;

- las posibilidades de desarrollar las reservas utilizables (recarga, capacidad de regeneración);

- la regulación de caudales y flujos y la protección contra crecidas (peligro y nivel máximo de crecidas, zonas de inundación);

- la conservación de la pureza del agua (capacidad de absorción de efluentes, capacidad de autodepuración);

- los riesgos de contaminación de aguas superficiales por usos actuales y futuros (accidentes y fallas de operación, transporte de productos nocivos sin medidas adecuadas de seguridad, deposición incorrecta de basuras o desechos industriales, aporte de sustancias contaminantes empleadas en agricultura, como p. ej. fertilizantes químicos y pesticidas);

- la necesidad de imponer restricciones a quienes vierten sustancias contaminantes en las aguas (cantidad, calidad, grado de tratamiento de las sustancias previo al vertido).

En este contexto, no basta estudiar las condiciones promedio. Por el contrario, deben examinarse también las situaciones y períodos críticos, que son los que determinan esencialmente el diseño correcto de las medidas de gestión. Además, será necesario determinar qué recursos hídricos y qué zonas y espacios hidrológicos importantes requieren protección preventiva.

El plan general de gestión de recursos hídricos no contiene datos de planificación y valores de dimensionamiento para proyectos específicos. Más bien, define las condiciones básicas para el desarrollo infraestructural en zonas de gran extensión, p. ej. en los siguientes ámbitos:

- política de asentamientos (planificación urbana y regional, desarrollo rural);
- criterios de emplazamiento para el fomento comercial e industrial;
- áreas de protección (zonas de inundación, control de la erosión, protección de aguas subterráneas, posibles medidas de reasentamiento);
- disposiciones legales en materia de seguridad y protección;
- condiciones para el abastecimiento en casos de emergencia.

Asimismo, el plan general define el marco de gestión de los recursos hídricos, en cuyas subestructuras deben alojarse los proyectos. Esta es la única manera de cumplir el objetivo prioritario de encontrar soluciones apropiadas y lograr una repartición justa del agua entre las distintas regiones y sectores de la sociedad.

La gestión de los recursos hídricos compete al Estado. En Alemania se desarrolla en los siguientes niveles:

- ministerio, autoridad máxima de aguas;

- aparato administrativo encargado de la gestión de recursos hídricos (organismos competentes, servicios hidrometereológico, hidrométrico e hidrogeológico);

- entidades autónomas (asociaciones, grupos de usuarios, cooperativas, estructuras tradicionales a nivel de grupos destinatarios).

El establecimiento de prioridades en materia de uso y protección de aguas, al igual que la actualización del plan general de gestión de recursos hídricos, requieren una base legal adecuada y un aparato administrativo eficiente y técnicamente competente dotado las atribuciones necesarias. La solución de problemas transfronterizos cae dentro de este ámbito de actividad.

2. Impacto ambiental y medidas de protección

Los efectos de un proyecto aislado -por ejemplo, de un pequeño embalse o un pequeño ramal de derivación- suelen ser reducidos y localizados y, por consiguiente, difíciles de cuantificar. Sin embargo, la suma de varios proyectos -como puede ser la construcción de varios embalses en serie o la desviación de un curso entero de agua- pueden tener serias consecuencias.

Las medidas de regulación de aguas y sus efectos incluyen, esencialmente:

- la retención y desviación de aguas superficiales (mediante represas, estanques de almacenamiento, microembalses, obras de desviación, estaciones de bombeo, canales abiertos, tuberías, etc.) con el fin de regular el caudal, proteger contra crecidas, proveer agua potable y de riego, aprovechar la fuerza hidráulica disponible, etc.; en muchos casos se trata de medidas con finalidades múltiples (p. ej., almacenamiento de agua para distintos usos), lo cual supone la integración de distintos aspectos en de un marco general de coordinación;

- la captación de aguas subterráneas (pozos excavados o perforados, captación de manantiales), destinadas generalmente al abastecimiento de agua potable y de irrigación; en este caso, una construcción inapropiada puede representar un gran peligro de contaminación, tanto del agua extraída como de las reservas subterráneas;

- el transporte desde el punto de extracción hasta el lugar de consumo (recipientes portátiles, canales abiertos, tuberías); todos los sistemas abiertos y accesibles están altamente expuestos a la contaminación;

- la recolección y el uso de aguas de precipitación (cisternas, 'cosecha' de aguas lluvia); en este caso, queda prácticamente excluida la sobreexplotación del volumen naturalmente disponible.

Las reservas de agua pueden sufrir efectos negativos de tipo cuantitativo -es decir, relacionados con su disponibilidad local y temporal (sobreexplotación)- y cualitativo (sustancias contaminantes).

En el caso de las aguas superficiales, la alteración de las condiciones de flujo puede tener efectos sobre la sección transversal de la corriente, la pendiente, la rugosidad, así como el caudal de las aguas. El comportamiento alterado de éstas, por su parte, produce cambios en los procesos de erosión y sedimentación. Si bien es cierto que los embalses reducen el nivel máximo de las crecidas, también inundan superficies ecológicamente valiosas, pudiendo ocasionar el reasentamiento forzoso de la población. La formación de aguas calmas, por su parte, altera las condiciones de vida de la flora y fauna acuáticas e influye especialmente en la migración de los peces. Las enfermedades hídricas (malaria, esquistosomiasis, helmintiasis, enfermedades diarréicas) se difunden con especial facilidad cuando los animales y las personas tienen acceso libre a las aguas.

El gran número de factores hidrológicos e hidráulicos, de por sí, destaca la necesidad de crear una base de datos fundada en observaciones a largo plazo. Los errores de planificación -por ejemplo, la estimación equivocada de las futuras crecidas y la consiguiente rotura de un dique, o la operación inadecuada de un sistema de embalse- pueden causar inundaciones o acentuar los efectos de las crecidas, produciendo daños muy extensos.

La sobreexplotación de las aguas subterráneas puede deberse, por ejemplo, a la distancia insuficiente entre pozos. La coincidencia de los conos de depresión de éstos puede causar un descenso permanente del nivel freático. Una alteración de los usos del terreno, por su parte, puede reducir la tasa de recarga de las aguas. Finalmente, la infiltración de materias contaminantes, ya sea en puntos aislados (fallas de operación, deposición inapropiada de desechos, contaminación de pozos) o en grandes superficies (aplicación de fertilizantes/pesticidas y fumigación extensiva, por ejemplo en el caso de plagas de langostas) puede afectar la calidad de las aguas subterráneas.

En ciertos casos resulta conveniente bajar el nivel de las aguas subterráneas en grandes superficies agrícolas, con el fin de evitar el empantanamiento y la salinización. Sin embargo, en términos generales, las medidas extensas y prolongadas que ello implica tienden más bien a perjudicar la vegetación natural y los cultivos. Además, puede ser necesario irrigar posteriormente estos terrenos, incrementando con ello la demanda de agua e intensificando los efectos de una eventual sobreexplotación.

El agua fósil constituye un recurso no renovable, por lo que debe evitarse su explotación.

A medida que mejora la gestión de los recursos hídricos pueden surgir efectos secundarios y terciarios, como por ejemplo una mayor demanda de agua (aumento del consumo por persona de agua potable, aumento del tamaño de los rebaños en zonas ganaderas, ampliación de los sistemas de riego). Las posibles repercusiones incluyen la modificación de las estructuras ecológicas y sociales existentes (destrucción de suelos y de la capa vegetal debido al sobrepastoreo y al pisoteo, deforestación para obtener superficies de cultivo, intensificación de la erosión hidráulica y eólica, introducción de estructuras sedentarias en culturas nómadas, concentración de asentamientos en zonas bien abastecidas, relación más estrecha entre distintos grupos étnicos y creación de conflictos de intereses entre ellos).

En muchos casos los problemas ambientales agudos de un lugar sólo pueden solucionarse aplicando un enfoque suprarregional en otro lugar (p. ej., las obras destinadas a proteger cierta población contra las crecidas aumentan el peligro de inundación en otros poblados aguas abajo).

El plan general de gestión de recursos hídricos estará orientado a la conservación del agua como recurso natural, basándose para ello en un enfoque suprasectorial y suprarregional a largo plazo que asegure el más alto nivel de compatibilidad ambiental y que garantice el funcionamiento sostenible de los proyectos de utilización de aguas.

Una de las actividades esenciales de protección que debe incluirse en el plan general es el examen oportuno de los efectos ambientales ocasionados por las medidas de gestión de recursos hídricos. Los motivos de tal examen son los siguientes:

- Por una parte, la necesidad de confrontar las prioridades sociales y de planificación del desarrollo y con el impacto previsible de las medidas planificadas y de llegar a una valoración comparativa. Se trata, además, de obtener una visión clara de las distintas medidas, de las actividades planificadas para los diversos grupos sociales y de las distintas decisiones, tomando como base un análisis de los respectivos costos y beneficios (la participación de los grupos afectados de la población es particularmente importante en este contexto). Todo ello permite la elaboración oportuna de soluciones alternativas.

- Por otra parte, el hecho de que la protección ambiental preventiva orientada a evitar o minimizar los problemas ecológicos suele ser mucho más efectiva y económica que la protección curativa basada en el saneamiento o la 'rehabilitación' posterior del medio contaminado o degradado.

El plan de gestión de recursos hídricos es un instrumento que permite a los planificadores evitar, o al menos atenuar, el deterioro ambiental y las aberraciones en el desarrollo, proyectando al mismo tiempo medidas apropiadas de defensa o compensación.

Dependiendo de la utilización del espacio natural y de las condiciones geológicas y ecológicas, la gestión de recursos hídricos puede incidir en:

- el clima (temperatura y humedad del aire, evapotranspiración, balance energético, radiaciones, etc.);

- el volumen y el flujo de las aguas subterráneas y superficiales (drenaje acelerado debido a la regulación de crecidas, caudal retrasado, infiltración);

- la calidad de las aguas subterráneas y superficiales (disolución, degradación o acumulación de sustancias contaminantes);

- la calidad del suelo y la superficie disponible para la agricultura y la silvicultura (capa freática, degradación del suelo, erosión, sedimentación);

- las condiciones de vida de la fauna y flora terrestre y acuática (modificación y fragmentación de hábitats, humedales, vegetación de zonas bajas);

- la salud humana y las condiciones higiénicas (factores de propagación de agentes patógenos, condiciones de desagüe y de evacuación de aguas residuales).

El plan general de gestión de recursos hídricos debe señalar medidas para la prevención de efectos ambientales generados por los distintos usos (agricultura, industria, etc.). Sin embargo, tales problemas deben acometerse en los distintos sectores.


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