1. Descripción del ámbito de actividad
2. Impacto ambiental y medidas de protección
2.1 Impacto ambiental
2.1.1 Suelo
2.1.2 Agua
2.1.3 Aire
2.1.4 Biosfera
2.2 Medidas de protección
2.2.1 Condiciones generales
2.2.2 Agricultura ecológica, apropiada al lugar
3. Análisis y evaluación de impacto ambiental. Fuentes de referencia
4. Relación con otros ámbitos de actividad
5. Evaluación sinóptica de la relevancia ambiental
1. Descripción del ámbito de actividad
En el marco de este capítulo se repiten con frecuencia los siguientes conceptos, lo que exige su definición:
- Monocultivo rotativo es el cultivo de una sola especie vegetal en una hoja o parcela; p. ej., el arroz. La sucesión en el tiempo de diversos cultivos en una misma hoja se denomina rotación.
- Cultivos mixtos son aquellos en los que varias especies de plantas cultivadas crecen juntas durante todo el período vegetativo o durante una parte del mismo, como p. ej. en el caso de la combinación de yuca, caupí y sorgo.
- Cultivos anuales son generalmente vegetación herbácea con un ciclo vegetativo anual (p. ej. cereales, leguminosas, ciertas hortalizas, tabaco).
- Cultivos perennes son plantas aprovechadas durante varios años; cada especie se siembra o planta una sola vez; éste es p. ej. el caso de los frutales, el té, el café y el cacao.
- Monocultivo permanente es el establecimiento de una especie vegetal en una misma hoja o parcela a lo largo de varios períodos de cultivo; este es p. ej. el caso de la caña de azúcar.
Considerando también la producción de madera, de materias primas regenerables, de forrajes y de productos estimulantes como el té y el café, la producción vegetal representa, en cuanto a superficie, la intervención más importante en el sistema natural de la Tierra.
Los sistemas agrícolas tradicionales se basan más bien en los cultivos mixtos, estando orientados tendencialmente a la subsistencia. El uso de insumos externos como fertilizantes y plaguicidas es escaso o infrecuente.
Por el contrario, las plantaciones extensivas tienen en general carácter de monocultivo (caña de azúcar, algodón) o de cultivo permanente (cafeto, té, cacao). Estas formas de explotación están orientadas al mercado y dependen de insumos externos.
La producción vegetal se sirve de las actividades de
- la protección vegetal,
- la técnica agrícola y el uso de animales de tiro,
- el riego,
- la selección de especies y variedades,
- el tratamiento de los suelos y la fertilización,
- el cuidado de los cultivos y el control de malezas, la cosecha, los tratamientos post-cosecha, el almacenamiento,
- la protección contra la erosión y otras muchas.
Las plantas se cultivan con fines de autoabastecimiento o para suministro del mercado. Además desempeñan funciones de protección de cara al suelo, al aire y al agua.
En unidades agropecuarias campesinas, la producción vegetal tiene lugar predominantemente aprovechando la mano de obra familiar, estando destinada a asegurar los medios de vida y a lograr unos ingresos monetarios.
2. Impacto ambiental y medidas de protección
En los ecosistemas agrarios, el ser humano es el elemento dominante (ecosistemas de marcado carácter antropógeno). En especial, los ecosistemas agrarios se diferencian de los ecosistemas naturales por el hecho de que los procesos reguladores naturales quedan relegados por las actividades humanas de control.
En el medio ambiente natural, las plantas forman parte del ecosistema, siendo un factor decisivo para su conservación. Según los métodos de cultivo aplicados, del tipo, de la intensidad y de la acción conjunta de las medidas culturales resultan repercusiones negativas específicas para el medio ambiente. Puede producirse una reducción de la diversidad de especies, una perturbación de la estructura del suelo y contaminaciones del suelo, de las aguas y del aire por sustancias como plaguicidas, sales procedentes del riego y de la fertilización, nitratos, etc.. Los ecosistemas naturales, con sus múltiples y variadas funciones, se ven desplazados, siendo sustituidos por sistemas artificiales de uso de las tierras, pobres en especies.
La creciente aplicación de insumos producidos industrialmente (fertilizantes, productos fitosanitarios, maquinaria, energía) y unas formas de operación deficientemente adaptadas, provocan contaminación del agua potable con fertilizantes y plaguicidas, erosión de los suelos, desertificación y erosión genética.
2.1 Impacto ambiental
2.1.1 Suelo
El suelo es la base de la producción vegetal, siendo por lo tanto una de las bases fundamentales para la supervivencia del ser humano.
La protección del suelo es imprescindible si se quiere mantener en un estado saludable el hábitat del ser humano y si debe mantenerse persistentemente su abastecimiento con alimentos de alta calidad.
Las posibilidades que se tienen para modificar las particularidades propias del lugar son limitadas. Por esta razón, las actividades de explotación tienen que adaptarse a las condiciones naturales bajo las que se produce el uso de la tierra.
La erosión, como arrastre de suelo por el agua y el viento, es, especialmente en los trópicos, una de las consecuencias más problemáticas de la agricultura.
El arrastre efectivo de suelos fluctúa según el tipo y la forma de cultivo. Por principio debería intentarse disponer de una cobertura vegetal del suelo durante todo el año para minimizar la erosión. En el caso de los monocultivos permanentes y rotativos, el riesgo de erosión se hace tanto mayor cuanto más lento sea el desarrollo de las plantas jóvenes (p. ej. maíz, leguminosas de grano), cuanto menor sea la densidad de plantación y cuanto más completo sea el control de malezas. Los cultivos anuales como cereales, tubérculos y leguminosas de grano exigen un laboreo frecuente del suelo, lo que repercute negativamente sobre la estructura del mismo, fomentando así la erosión,
Los cultivos perennes como p. ej. los frutales, impiden, en la mayoría de los casos, la erosión del suelo una vez están implantados; la continua producción de sombra tiene efectos positivos sobre la estructura del suelo.
La erosionabilidad de los suelos depende, entre otras cosas, de sus características físicas: la arena fina y las partículas arrancadas por abrasión son los materiales más fáciles de arrastrar, mientras que un alto contenido de piedras y arcilla frena la erosión. Un gran contenido de humus estabiliza la estructura e incrementa la capacidad de acumulación de agua, siendo éstos dos factores que también se oponen a la erosión.
Las medidas más importantes para el control de la erosión son:
- cobertura suficiente del suelo (cultivos mixtos, siembra bajo abrigo, etc.)
- cultivo en varios niveles con integración de árboles, arbustos, etc.
- división de las superficies de cultivo en pequeñas parcelas y plantación de setos de protección contra el viento transversalmente a la dirección principal del mismo
- evitación de un macollamiento excesivo y del pastoreo en tierras recién sembradas (véase el capítulo de Producción animal).
Una mecanización excesiva en el tratamiento del suelo y en la cosecha puede provocar, especialmente en suelos tropicales, de estructura débil, compactación, formación de plantas de arado y enlodamiento. Consecuencias negativas pueden ser: menor infiltración de agua y aire para la flora y la fauna del suelo así como para las plantas cultivadas. La mecanización puede provocar también una alteración en el reparto del trabajo entre hombres y mujeres.
Si bien el tratamiento frecuente del suelo tiene en general un efecto estimulante sobre la actividad microbiana, y con ello también sobre el suministro de nutrientes, en los trópicos tiene repercusiones negativas:
- debido a las temperaturas elevadas, se produce un metabolismo excesivamente rápido del humus,
- la fauna del suelo se ve perjudicada, retardándose así la formación de nuevo humus.
Con los monocultivos rotativos se favorece la proliferación masiva de organismos dañinos, requiriéndose una aplicación de plaguicidas con tendencia creciente. La aportación de plaguicidas al suelo representa un gran perjuicio para la fauna y la flora del suelo.
La materia orgánica desempeña un papel muy destacado en la dinámica de los suelos tropicales. Es al mismo tiempo reservorio de agua y hábitat para los organismos del suelo, fomenta la estabilidad de la estructura y actúa como proveedor y depósito de nutrientes. Justamente por su función de depósito de nutrientes le corresponde a la sustancia orgánica un papel muy destacado, ya que los suelos tropicales contienen sólo raramente minerales arcillosos de alta calidad que fijen las sustancias nutrientes. La aplicación de fertilizantes minerales depende por lo tanto del porcentaje de materia orgánica en el suelo. Si las aplicaciones de fertilizantes no están en una determinada relación con la materia orgánica, se corre el peligro de que los fertilizantes sean lixiviados y trasladados a las capas más profundas del suelo. En consecuencia, aplicaciones excesivas de fertilizantes son ecológicamente críticas y económicamente desfavorables.
Básicamente, el riesgo de un consumo desequilibrado de nutrientes es máximo en el caso de los monocultivos permanentes y rotativos como p. ej. maíz, cacao, turbérculos y frutos de raíz. Con el aumento del número de especies de un cultivo mixto o de las rotaciones, disminuye el consumo desequilibrado de nutrientes, ya que tienen que cubrirse demandas variadas de nutrientes. Dado que se combinan plantas con sistemas radiculares diferentes (superficiales, profundos) y con una distinta demanda de nutrientes (alta, baja), se reduce en gran medida la competencia relativa a nutrientes, agua y luz.
2.1.2 Agua
El arrastre de suelo antes mencionado puede provocar una eutrofización de las aguas por aporte de nutrientes, p. ej. a base de estiércol líquido y nitratos, pudiendo originarse también contaminación por residuos tóxicos de plaguicidas.
2.1.3 Aire
En principio, el clima de la población de cultivos mixtos pluriestratificados es más favorable, es decir, más equilibrado, que el de monocultivos anuales. La velocidad del viento es menor y más favorable para cultivos sensibles al viento (p. ej. bananos).
De la producción vegetal resultan contaminaciones del aire, en primera línea por actividades de protección vegetal química. Hasta ahora tiene una importancia subordinada la evaporación de amoniaco al esparcer estiércol sólido o líquido. En condiciones tropicales (altas temperaturas, escasa capacidad de absorción de los suelos), puede significar hasta un 80 % del nitrógeno total.
También se producen contaminaciones del aire y de la atmósfera debido a gases y humos originados por el uso de maquinaria, las rozas con fuego y la quema de residuos de cosecha, así como la liberación de gases como metano y gas hilarante por el cultivo de arroz en agua y por grandes rebaños de bovino. Estos factores contribuyen también, entre otras cosas, a intensificar el efecto de invernadero.
2.1.4 Biosfera
Básicamente, al aumentar la intensidad de las actividades agrícolas aumenta también el peligro tanto de la pérdida de especies como del desplazamiento del equilibrio de las especies. El menor impacto, en cuanto a superficie, lo representa el cultivo itinerante regulado, siempre que se respeten los períodos de barbecho necesarios y sólo se rocen selectivamente superficies llanas. Esto no sólo es positivo para la conservación de las superficies forestales, de las selvas pluviales y de sus recursos, sino que también sirve de protección a los habitantes de los bosques y selvas. Con frecuencia, éstos disponen de conocimientos sobre p. ej. plantas farmacológicamente interesantes y sobre las relaciones ecológicas de su hábitat.
El cultivo sistemático de especies vegetales agrícolas y el control mecánico y químico de malezas a ello vinculado, provocan un desplazamiento casi total de las plantas silvestres, reduciéndose el número de especies.
En zonas con sequías periódicas, los monocultivos extensivos de determinadas especies leñosas incrementan considerablemente el riesgo de incendio. Esto puede provocar no sólo pérdidas de nutrientes y lixiviaciones, sino también el exterminio no deseado de especies herbáceas y arbóreas resistentes al fuego.
El desplazamiento y el exterminio de plantas provoca una reducción de la diversidad biológica. También el uso extensivo de las pluviselvas hace que disminuya considerablemente la variedad de especies animales, p. ej. de primates y pájaros.
Los ecosistemas naturales no se ven perjudicados únicamente por la demanda de tierras para la agricultura, sino también por el fraccionamiento (por vías de tráfico). Esto puede ir vinculado a pérdidas de estabilidad.
Las actividades agrícolas provocan por regla general una disminución de los biotopos forestales y secos, húmedos y acuáticos, así como una homogeneización del paisaje, p. ej. por rozas, drenaje, nivelación y riego.
En comparación con la vegetación natural, en el caso de la producción vegetal se origina una disminución de hábitats y una reducción de la variedad regional.
La estandarización de los productos para el mercado y la selección de características especiales (p. ej. según criterios de rendimiento, forma y color) contribuyen a la pérdida de variedades locales (erosión genética).
2.2 Medidas de protección
2.2.1 Condiciones generales
Justamente el área de la producción vegetal está muy influenciada por condiciones generales, en parte climáticas, pero también de índole nacional (p. ej. relaciones de propiedad de la tierra) o internacional (relaciones comerciales).
Muchas zonas climáticas y de vegetación reaccionan con gran sensibilidad a las acciones humanas. Generalmente se produce una destrucción de la vegetación, como en el caso de
- roza de la pluviselva tropical en la Cuenca del Amazonas para la obtención de maderas nobles;
- roza por fuego de los campesinos de la sabana arbórea de Nigeria, que pasan a practicar la agricultura permanente, no permitiendo que las tierras disfruten de fases de regeneración;
- sobrepastoreo en la zona del Sahel, con un exceso de cabezas de ganado que hacen desaparecer la ya de por sí escasa vegetación.
Las consecuencias son devastadoras no sólo para los trópicos húmedos, es decir, ricos en precipitaciones, sino también para lugares de escasa pluviosidad: en pocos años se produce un cambio del suelo apenas protegido por plantas. Aspectos decisivos a este respecto son el metabolismo intensificado de la materia orgánica en el suelo, así como el aporte de materia orgánica reducido a un mínimo.
El orden económico imperante a nivel mundial ha hecho que las relaciones comerciales exteriores (Terms of Trade) hayan empeorado continuamente para los países exportadores de materias primas. El encarecimiento de la energía y de los productos manufacturados repercute especialmente en dichos países. De igual modo, la política agraria internacional no contribuye tampoco a fomentar equilibradamente la producción vegetal.
Debido al rápido crecimiento demográfico, las unidades agropecuarias se hacen cada vez menores, explotándose con mayor intensidad las tierras. Ya hoy, el tamaño medio de tales unidades es en América Latina de tan solo 2,7 ha, en Africa de 1,3 ha y en Asia, incluso inferior a 1 ha. A esto se añade que de la población productora agraria no posee tierras un 10 % en Africa, un 25 % en el Próximo Oriente y un 30 % en América Latina. De los propietarios de tierras, dos terceras partes trabajan microparcelas, no pudiendo permitirse insumos técnicos que exijan mucho capital, como pueden ser los plaguicidas, los herbicidas y los fertilizantes minerales.
En el curso de la creciente escasez de tierras, los sistemas agrícolas se encuentran en un período de transición del cultivo intinerante (shifting cultivation) a las formas de agricultura semi-permanentes y finalmente permanentes. Este proceso se ha completado prácticamente en Asia, mientras que en grandes partes de Africa y de América Latina se desarrolla aún con plena intensidad. Por la agricultura permanente les faltan a los suelos los períodos de barbecho regenerativos (bosque, arbustos, pastos), desciende la fertilidad del suelo y se estabiliza a un nivel bajo al que sólo se obtienen rendimientos considerablemente menores. La escasez de tierras obliga también al uso de p. ej. laderas amenazadas de erosión, contribuyendo así a la degradación del medio ambiente.
También cambia la importancia relativa de los cultivos. En los trópicos húmedos y de humedad alternante van desapareciendo el ñame, el sorgo y el maíz, mientras que adquieren una importancia cada vez mayor cultivos como la yuca y la batata o camote. De estos últimos se consiguen rendimientos comparativamente buenos también en tierras pobres, pero al mismo tiempo provocan un mayor agotamiento de los suelos.
Simultáneamente, en muchos países la agricultura intensificada y también el proceso de industrialización repercuten en medida crecientemente negativa sobre el medio ambiente. Las tierras de regadío, creadas frecuentemente con unos costos muy elevados, pierden su fertilidad ya después de unos pocos años por estancamiento de aguas, salinización y sedimentación, produciéndose considerables pérdidas de ingresos. En las aguas superficiales y en los lagos de aguas subterráneas se detectan cada vez más plaguicidas persistentes. El número de personas que enferman por intoxicación de plaguicidas ha aumentado enormemente en la última década. Al mismo tiempo ha aumentado tremendamente el número de especies dañinas resistentes a los productos fitosanitarios usuales.
Los factores aquí descritos pueden detectarse regularmente allí donde se pretende aumentar el rendimiento de las cosechas a través de una modernización convencional directa de la agricultura. Sin embargo, estos problemas surgen no sólo como consecuencia de grandes proyectos agrarios, sino también por efecto acumulativo derivado de muchas actividades propias de los pequeños campesinos. Dado que los costos que se originan realmente de la agresión al medio ambiente no se reflejan suficientemente en la contabilidad microeconómica, falta el estímulo necesario para que se tomen medidas apropiadas para la conservación y el incremento persistente de la eficiencia. El derecho agrario, la política de tributos y subvenciones, pero también el registro de costos externos correspondientes a la producción y al consumo son tareas que el Estado tiene que realizar en el sentido de la promoción de una producción vegetal orientada a la ecología.
Existen conceptos, por ejemplo el de Eco-Developments, basados en la necesaria forma de pensar global. Medidas de probada eficacia como la protección vegetal integrada, la agricultura apropiada al lugar y otras muestran el camino a seguir hacia un desarrollo persistente.
2.2.2 Agricultura ecológica, apropiada al lugar
La agricultura apropiada al lugar tiene como objetivo conseguir, bajo condiciones de "low-external-input" una productividad alta y sostenible en el lugar en cuestión, conservando o restableciendo al mismo tiempo un ecosistema equilibrado.
Esto es de aplicación particularmente en regiones densamente pobladas por pequeños campesinos y en las que imperen condiciones económicas generales que excluyan prácticamente el uso de insumos externos a la unidad agropecuaria (fertilizantes minerales), pues con frecuencia su uso no resulta rentable, no puede financiarse o bien los insumos no están disponibles debido a déficits de abastecimiento. Por esta razón, la intensificación tiene que basarse en un uso productivo de bienes escasos (nutrientes, agua, energía) y en potenciales poco aprovechados, improductivos (p. ej. mano de obra, iniciativa propia).
La exigencia de sostenibilidad (estabilidad y persistencia) se deriva del compromiso que tiene la generación actual con las generaciones futuras en el sentido de entregarles un medio ambiente que les brinde también una base para la vida. La exigencia de productividad y, al mismo tiempo, de estabilidad se considera muchas veces como un conflicto incompatible de objetivos entre una forma de ver las cosas a corto y a largo plazo (y con frecuencia también bajo el punto de vista microeconómico y macroeconómico), tomándose generalmente la decisión a favor de los aspectos microeconómicos con efectos a corto plazo. La agricultura apropiada al lugar tiene que intentar cumplir igualmente ambos objetivos.
El concepto de "ecológico" o "apropiado al lugar" implica que las regiones aprovechadas agrícolamente sean tratadas, al igual que sus unidades de operación, como sistemas ecológicos. Debe advertirse sin embargo que la consideración de estos sistemas como "lugar" no debe limitarse a las condiciones naturales (suelo, clima).
También el desarrollo macroeconómico (relación de precios y costos, ingresos), las condiciones específicas de las unidades de operación (equipamiento con factores de producción) y las fuerzas inherentes al aglomerado que componen tales unidades (autoabastecimiento, reducción de riesgos, conservación de la fertilidad de los suelos) tienen que integrarse en la consideración del lugar. Y no en último lugar ha de tenerse en cuenta al ser humano, con su cultura, sus necesidades, tabús y costumbres, como parte integrante del sistema ecológico, y no como un factor extraño.
Esta forma global de ver las cosas exige una diferenciación geográfica. La agricultura de muchos países se ve afectada en especial medida por la escasez de materias primas y energía, y por el aumento de precios de ello derivado. Esto es válido ante todo para las naciones pobres en divisas y muy endeudadas. En consecuencia, son ellas precisamente las que han de encontrar formas de agricultura que hagan posible una máxima autarquía (con un sistema cerrado en sí mismo) así como la descentralización (y autorregulación) a nivel nacional, regional y en las distintas unidades de producción.
Los elementos fundamentales de una agricultura apropiada al lugar son:
- Configuración de la vegetación
Integración de árboles y arbustos en la agricultura
Formación de franjas de protección contra la erosión siguiendo las curvas de nivel, y división de las tierras de la unidad en numerosas pequeñas parcelas mediante setos
Forestación de las tierras más pobres y más degradadas
- Sistema de cultivos mixtos alternando con barbechos intensivos
- Fertilización orgánica
- Ganadería integrada
- Mecanización mejorada
- Fertilización mineral complementaria
- Protección vegetal integrada y control selectivo de malezas.
Los elementos aquí mencionados se han clasificado en orden jerárquico. Dado que todo el conjunto de las medidas no puede adoptarse inmediatamente, de este modo se indica cuáles son las medidas de mayor urgencia con vistas a la conservación, el incremento y la estabilización de la productividad de las tierras.
Los siguientes campos de actividades y alternativas de manejo más importantes de la agricultura deberían enlazarse entre sí en forma específica de cada lugar:
- Planificación y organización de la unidad de producción (sistemas de información, umbrales de daños, estudios edafológicos, datos climáticos)
- Diseño del sistema de cultivo (monocultivo rotativo, cultivo mixto, etc.)
- Selección de variedades y semillas (resistencia, calidad, cantidad)
- Tratamiento del suelo convencional
labranza mínima
siembra directa- Cultivo y uso de la tierra (rotaciones, rendimiento persistente de las cosechas)
- Nutrición de las plantas (fertilización) orgánica
mineral- Protección vegetal
mecánica
biológica
química
En resumen: una agricultura ecológica y apropiada al lugar tiene como objetivo:
- practicar unas formas de cultivo acordes con las características naturales, es decir, apropiadas al lugar;
- asegurar con persistencia la estructura del suelo, los procesos biológicos del suelo y la fertilidad del mismo;
- evitar daños por erosión;
- evitar la contaminación de aguas subterráneas y superficiales;
- evitar la contaminación de los biotopos vecinos a las tierras agrícolas por vertido de sustancias o por otras consecuencias de las actividades agrícolas;
- conservar los elementos típicos del paisaje;
- tener en cuenta los requisitos de la protección de la naturaleza y de las especies, especialmente en cuanto a la conservación de biotopos ecológicamente valiosos, en el marco apropiado de una consideración ecológica global del medio ambiente;
- una ganadería integrada en el sentido de un uso ecológico de las tierras.
3. Análisis y evaluación de impacto ambiental. Fuentes de referencia
En el área de la producción vegetal se efectúan mediciones directas o indirectas de los siguientes criterios de evaluación:
- modificaciones en el biotopo (variedad de especies de flora y fauna)
- repercusiones sobre las reservas finitas de materias primas (minerales, agua, atmósfera)
- repercusiones sobre las relaciones ecológicas globales (producción neta de energía: balance energético entre la energía ligada por las plantas cultivadas y por los productos de las cosechas y la energía consumida para la producción)
- contaminaciones por sustancias (productos químicos, sales, polvo, gases).
Para muchas de las sustancias utilizadas u originadas en la agricultura se imponen valores límite diferentes a nivel nacional. En muchos países rigen reglamentos y decretos sobre cantidades máximas para las emisiones que afecten al agua, al aire y al suelo. Sin embargo, por regla general están referidas a los efectos sobre la salud humana.
Debido al muy amplio espectro de las características y la sensibilidad de los suelos tropicales, antes de cada planificación de proyecto es necesario estudiar a fondo el lugar. Esto incluye el registro cartográfico de los tipos de suelos en cuanto a sus ciclos de calor, agua, aire y nutrientes así como a su sensibilidad frente a la erosión. La determinación de la clase de suelo puede tener lugar sobre el terreno o bien, a través de un análisis de granulometría, en el laboratorio, permitiendo evaluar el riesgo de compactación. La medición de la tasa de infiltración permite estimar mejor el riesgo de erosión. Los límites de tolerancia para el metabolismo del humus sólo pueden formularse en función de las relaciones del suelo y del uso. Es posible una determinación aproximada del contenido de humus sobre el terreno. La determinación en el laboratorio puede efectuarse a través de pérdida por calcinación, incineración húmeda o cromatografía de gases.
Para una evaluación simple de la estructura del suelo y de la actividad biológica se aplica el análisis con pala, siendo de particular importancia la característica de enraizamiento. Los resultados pueden confirmarse en el laboratorio mediante cribado en húmedo (estabilidad de agregación), análisis de la relación CN (disponibilidad de nitrógeno), etc.. La presencia de simbiontes de las raíces (fijadores de N, micorrizas) sólo puede detectarse a través de tests de infección.
La determinación de la capacidad de campo del perfil del suelo hasta la profundidad efectiva de enraizamiento proporciona informaciones sobre el grado de peligro de lixiviación de los suelos, especialmente en lo que atañe a nitratos y plaguicidas. La estimación en el terreno se efectúa mediante barrena, siendo recomendable un análisis de la porosidad de los horizontes típicos del suelo a fin de contrastar la reacción del terreno. En algunos casos, ante todo si se sospecha estancamiento o formación de costras, no podrá renunciarse sin embargo a la excavación de un perfil.
Síntomas de carencias o toxicidad en plantas cultivadas pueden exigir la determinación del estado de nutrientes o de la contaminación por sustancias nocivas. La medición del pH en función de la profundidad del suelo limita con frecuencia la complejidad de los análisis, informando sobre la demanda de cal. La medición de la capacidad efectiva de intercambio catiónico y la saturación de bases permite sacar conclusiones sobre el desequilibrio de nutrientes y sobre el grado de salinización. En cuanto a microelementos y metales pesados, debe preferirse un análisis de las plantas. Los resultados permiten elaborar las correspondientes recomendaciones de fertilización o, dado el caso, de saneamiento.
La caracterización de algunas aguas es relativamente sencilla basándose en la clasificación de la calidad, que se efectúa determinando el pH, la temperatura, el contenido de oxígeno y los principales organismos característicos. Si estos últimos no existen o no son conocidos, también el contenido de amoníaco y fosfato puede informar sobre el grado de eutrofización. El análisis de la demanda biológica y/o química de oxígeno permite sacar conclusiones sobre la contaminación por materias orgánicas degradables. En función del uso proyectado se plantearán diversos requisitos a la calidad del agua.
Ante todo en las áreas climáticas semiáridas se requieren estudios hidrogeológicos para evaluar las reservas de aguas subterráneas. Tales estudios deben informar sobre las condiciones del subsuelo y sobre la ubicación de las zonas de captación. Dependiendo del uso de las tierras y de la distribución de los suelos registrada en el marco del reconocimiento del lugar, pueden estimarse entonces la evaporación actual anual y la tasa de regeneración de las aguas subterráneas. Si la extracción (agua potable, riego) es constantemente superior a la regeneración, pueden producirse graves daños por descenso del nivel de las aguas freáticas en terrenos semi-naturales y reforestados. Aquí deben plantearse también requisitos exigentes a la calidad de las aguas subterráneas, ya que no debe verse limitada su utilización como agua potable.
Las tierras de uso agrícola desempeñan con frecuencia determinadas funciones de compensación y reducción de las emisiones de otras zonas. Ecosistemas agrarios intensivos, correctamente concebidos, pueden cumplir eventualmente esta misión incluso mejor que la vegetación potencialmente natural, ya que a partir de un determinado nivel de rendimiento se hace rentable la neutralización de daños derivados de las emisiones a través del correspondiente uso de insumos (p. ej. enmienda caliza tras una contaminación ácida). Algo análogo puede decirse de los efectos del clima, sobre los que es posible influir positivamente eligiendo tierras apropiadas y formas correctas de cultivos.
Sin un conocimiento suficiente de las especies y de sus interrelaciones, los balances de los flujos de energía y de los ciclos de las sustancias, que informan también sobre su resistencia, estarán afectados por grandes factores de inseguridad.
4. Relación con otros ámbitos de actividad
La producción vegetal influye sobre el medio ambiente en forma directa o interrelacionada con otras áreas. En cuanto a los objetivos y a los efectos, existen puntos de contacto muy íntimos con las siguientes áreas de sistemas operativos agrícolas:
- protección vegetal
- silvicultura
- producción animal
- acuicultura
- técnica agrícola
- riego
Los objetivos de estas áreas (véanse los correspondientes capítulos) se comportan respecto a la producción vegetal en forma compatible, neutral o contraria. En consecuencia, también los efectos de la producción vegetal pueden verse intensificados, aminorados o suprimidos a través de medidas tomadas en tales áreas. En las evaluaciones debe atenderse a la posible superposición de efectos y al incremento de los daños así provocado. A través de investigación y asesoramiento, con el apoyo de instrumentos propios de la legislación, la lucha contra la pobreza, la autoayuda y la promoción de las mujeres, puede intervenirse eventualmente en tales procesos, controlándolos.
Si la producción vegetal va más allá del nivel de subsistencia, existen también relaciones con las agroindustrias. La construcción de pozos en el marco del abastecimiento rural de agua puede acelerar la desertificación, con sus consecuencias catastróficas para la producción vegetal.
Dado que en muchos países existe una creciente demanda de superficies para asentamientos humanos, tráfico, industria y comercio, y dado que esta demanda tiene que ser cubierta también en parte renunciando a tierras de uso agrícola, resultan de aquí los conflictos correspondientes (ordenamiento espacial y planificación regional, planificación de lugares, tráfico, grandes obras hidráulicas). Si bien el mejoramiento de los transportes facilita el acceso a insumos (fertilizantes, talleres) y la venta de productos, la colonización de ecosistemas naturales puede acelerar por otra parte su destrucción. La necesidad de la protección técnica contra la erosión suele ser consecuencia de que los suelos se han erosionado debido a unas formas de cultivo no específicas del lugar. También la disponibilidad de fuentes de energías renovables y de residuos compostizables de los asentamientos humanos puede tener importancia para la producción vegetal.
5. Evaluación sinóptica de la relevancia ambiental
A fin de evitar evoluciones no deseadas en el marco de la producción vegetal, tras registrar la situación inicial y estimar las consecuencias eventuales puede ser necesaria la comprobación periódica de cambios pronosticados y realmente producidos en el medio ambiente. Lo mismo es válido también para el área social, ya que los factores culturales y económicos están en estrecha interrelación con el medio ambiente natural.
En general, los efectos producidos por los métodos agrícolas se manifiestan a través de una reducción del espectro de especies, un empeoramiento del nivel y el ciclo de nutrientes y de las características físicas y químicas del suelo, así como por contaminaciones del medio ambiente.
Existen enfoques de soluciones técnicas y de planificación, que deben ser tenidos en cuenta. A este respecto es necesario oponerse a la opinión de que los métodos propios de la producción vegetal (también la protección biológica contra la erosión) no tienen repercusiones sobre el medio ambiente, o ello sólo en escasa medida.
Por regla general, en el caso de los efectos esquilmadores de recursos se trata de fenómenos secundarios no deseados que están fuera del círculo más estrecho de los objetivos de producción. Los daños en el área del medio ambiente natural y las consecuencias que tienen a largo plazo sobre las áreas económicas y sociales se producen precisamente en caso de no prestar la debida atención a tales efectos secundarios.
Con una planificación y una ejecución esmeradas, la producción vegetal puede configurarse de modo que resulte óptimamente compatible con el medio ambiente y las estructuras sociales, siendo al mismo tiempo rentable.