2. Impacto ambiental y medidas de protección

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2.1 Visión sinóptica

En los proyectos de abastecimiento de agua urbanos deben tenerse en cuenta los efectos ambientales, los cuales influyen en la cantidad de agua aprovechable y en la calidad del recurso.

En muchos países, particularmente en zonas con variaciones climáticas pronunciadas, la cantidad de agua disponible empieza a tener mayor importancia que su calidad.

Los efectos ambientales pueden agruparse en las siguientes categorías, teniendo en cuenta las fases de abastecimiento arriba descritas:

- efectos de la captación de aguas;
- efectos de la conducción y el tratamiento de aguas brutas;
- efectos del abastecimiento mediante redes de distribución.

Además, deben tenerse en cuenta

- repercusiones del proyecto de abastecimiento en su totalidad.

2.2 Efectos de la captación de aguas

2.2.1 Aguas subterráneas

La explotación de un acuífero tiene efectos múltiples sobre el balance hídrico de las aguas subterráneas. El balance hídrico engloba:

- componentes de carga (precipitaciones y aguas superficiales que contribuyen a la regeneración del acuífero, alimentación subterránea de acuíferos contiguos, recarga artificial por infiltración);

- componentes de descarga (confluencia del acuífero con aguas superficiales, drenajes, extracción de agua, etc.).

Debido a la intercomunicación hidráulica, la extracción de agua en un punto determinado puede modificar de forma significativa los demás componentes del balance hídrico. Un ejemplo de ello es el aumento, en un acuífero, del aflujo procedente de acuíferos contiguos.

Otro factor a tener en cuenta es la interacción entre el consumo y el volumen de las aguas superficiales y subterráneas disponibles. Al aumentar el consumo de agua superficial, disminuye el volumen de infiltración de ésta en el suelo y aumenta la concentración específica de sustancias contaminantes en las aguas superficiales restantes. Como consecuencia, puede aumentar la demanda de aguas subterráneas.41)

Los efectos ambientales de una alteración de los componentes del balance hídrico incluyen:

a) Aumento del volumen de extracción del recurso

Las causas potenciales de un aumento de la extracción de aguas subterráneas incluyen:

- mayor consumo de agua potable inducido por el crecimiento demográfico y por mejoras en el nivel de suministro;
- propagación de la ganadería;
- incremento de la demanda de agua de procesos (talleres, industrias, comercio);
- desperdicio de agua;
- fugas de agua ocasionadas por daños en las redes de distribución.

Existen, además, otros factores que pueden reducir temporal o permanentemente los recursos disponibles. Ellos incluyen la reducción del volumen de precipitaciones en la cuenca hidrográfica, debido por ejemplo a la deforestación o a la formación de estepas. Asimismo, debe tenerse en cuenta que las estrategias tradicionales de abastecimiento intentan satisfacer la demanda en los períodos de mayor consumo, los cuales pueden coincidir con la época de sequía. El gran consumo en épocas de sequía, junto con las inmensas pérdidas en algunos sistemas de distribución -de las cuales sólo una pequeña parte penetra otra vez hasta el acuífero- implican una considerable reducción (estacional) de las reservas de agua subterránea.

b) Alteración a largo plazo de la calidad de las aguas subterráneas

Las causas potenciales de una alteración incluyen:

- movilización (lixiviación) y difusión de sustancias contaminantes que en un principio se encontraban fijas en el suelo;

- aumento de la velocidad de flujo (por ejemplo, en yacimientos naturales de yeso o en depósitos de sustancias contaminantes creadas por el hombre);

- alteración del flujo de las aguas subterráneas (desviación de cargas que antes fluían a otro lugar sin causar daños, intervenciones que dan lugar a la infiltración de aguas superficiales contaminadas, etc.);

- generación de infiltraciones extensas en un acuífero, procedentes de acuíferos superiores o inferiores de calidad inferior;

- aportación de sustancias contaminantes, debido a la aplicación de fertilizantes y pesticidas;

- intrusión de aguas salinas en acuíferos costeros;

- deterioro de la calidad de las aguas subterráneas debido a infiltraciones de aguas residuales sin tratar, procedentes de cunetas abiertas y permeables, de alcantarillas deficientes o cámaras sépticas mal construidas, o bien debido a la infiltración de sustancias nocivas y tóxicas contenidas en residuos líquidos de origen industrial;

- en zonas áridas o semiáridas, acumulación e infiltración periódica de minerales en las aguas subterráneas, debido al riego y a la alta tasa de evaporación

- fugas de sustancias contaminantes procedentes de almacenes, depósitos o sistemas de transporte de productos líquidos y minerales.

c) Descenso localizado o extenso del nivel de las aguas subterráneas

Por motivos hidráulicos, es imposible explotar aguas subterráneas sin reducir su nivel. No obstante, los puntos afectados y la extensión del descenso dependen de las condiciones locales, por ejemplo de la disposición de pozos, de la estructura y características del acuífero y de las condiciones de recarga. Las consecuencias típicas de un descenso del agua subterránea incluyen:

- secado de humedales y de masas de agua ecológicamente importantes;

- reducción de la humedad en el suelo (capacidad de campo): alteración de determinadas especies de vegetación (incluida la modificación de la flora natural y de los cultivos, así como la formación de estepas) y modificación posterior de la población animal;

- agotamiento total de las reservas de agua subterránea en épocas de sequía prolongadas (secado de pozos);

- secado de manantiales y de cursos de agua;

- asentamiento del terreno.

Los efectos ambientales ocasionados por un descenso de las aguas subterráneas suelen ser menores cuanto mayor sea la distancia entre la superficie del terreno y la superficie del acuífero antes de su explotación (>10 m).

Las medidas de protección ambiental destinadas a minimizar los efectos perjudiciales ocasionados por la explotación de aguas subterráneas se refieren, ante todo, a la selección acertada de emplazamientos, técnicas de construcción y modalidades de operación de los pozos. Asimismo, es posible prevenir o atenuar los efectos negativos de la sobreexplotación de un acuífero (descenso excesivo del nivel) promoviendo el uso eficiente del agua, aplicando medidas destinadas a regular el consumo en las distintas épocas del año (temporada seca, temporada de lluvias) e introduciendo tarifas y gravámenes dependientes del volumen de consumo.

Para aumentar la eficiencia de las medidas de protección ambiental y de saneamiento destinadas a contrarrestar los efectos de la extracción de aguas subterráneas, se requieren estudios hidrogeológicos preliminares y una evaluación del balance hídrico total (incluidas aguas subterráneas y superficiales). Además, es indispensable mantener instalaciones de medición y de control permanentes, cuya función consiste en:

- mejorar continuamente las evaluaciones y ampliar los datos higiénicos e hidrogeológicos disponibles;

- vigilar los cambios que afectan a los recursos hídricos subterráneos (cantidad y calidad), mediante un control continuo de los niveles de los acuíferos, de su calidad y del volumen de extracción;

- registrar continuamente el derroche de agua en cualquiera de sus manifestaciones y las pérdidas de agua en los sistemas de abastecimiento por tuberías, utilizando instalaciones de medición permanentes (medición del consumo de agua en la zona, así como en pilas públicas y conexiones domiciliarias), a fin de tomar las medidas procedentes (reparación oportuna de daños, configuración de tarifas, imposición de sanciones a quienes desperdician agua);

- restringir el volumen de suministro a determinados grupos de usuarios para asegurar el abastecimiento continuo de agua potable a la población (por ejemplo, en períodos de escasez);

- rehabilitar las instalaciones de abastecimiento existentes (substitución de grifos averiados y de tuberías de distribución y domiciliarias defectuosas, reparación de depósitos y tanques domiciliarios, etc.), recurriendo para ello a un control continuo y a la recopilación y evaluación sistemática de datos e información;

- asegurar una ejecución eficiente de las medidas de rehabilitación basada en el control del logro de objetivos.

2.2.2 Aguas superficiales

La explotación de aguas superficiales altera el balance hídrico y, al igual que la explotación de aguas subterráneas, puede producir numerosos efectos ambientales, entre los cuales deben tenerse en cuenta especialmente los efectos recíprocos entre la disponibilidad y el uso de las aguas superficiales y subterráneas. Otros factores a tener en cuenta en la explotación de aguas superficiales son los siguientes:

- A causa de las alteraciones, ciertas zonas disponen de un mayor volumen de aguas superficiales. Esto se debe, entre otras cosas, a cambios (micro)climáticos (por ejemplo, aumento de precipitaciones en zonas de embalses), al aumento de la escorrentía superficial ocasionado por cambios en la vegetación de la cuenca (deforestación) o por obras de construcción (calles, edificios), así como al vertido de aguas residuales (purificadas) urbanas o comunales en los cursos de agua.

- En otras zonas, en cambio, los cambios climáticos hacen que disminuyan las precipitaciones y, con ello, la escorrentía superficial. La situación se agrava particularmente en aquellos países que desde un principio no disponen de agua superficial durante todo el año.

- La extracción de un mayor volumen de agua de los cauces superficiales (ríos) tiende a reducir el volumen de agua disponible en muchas regiones, especialmente en épocas de estiaje. Al mismo tiempo, reduce la capacidad de autodepuración de las aguas y la tasa de infiltración en el suelo.

- Cuando una demanda creciente de agua va acompañada de una reducción del volumen y de la calidad de las aguas superficiales disponibles (corrientes o estáticas), puede ser necesario conducir agua de zonas apartadas a la zona afectada o explotar reservas subterráneas de mayor o menor rendimiento. En situaciones extremas, habrá que contar con altos costos para satisfacer incluso la demanda básica de la población.

a) Aumento del volumen de extracción de aguas superficiales

La extracción de aguas superficiales aumenta por los mismos motivos que la extracción de aguas subterráneas (véase el punto 2.2.1). Las alteraciones climáticas y los cambios en la cubierta vegetal de la cuenca, a su vez, pueden reducir el volumen de las aguas superficiales disponibles o llevar a una distribución inoportuna de su caudal en ciertas zonas y épocas (aumento del caudal y de la carga de grava y sólidos en suspensión en épocas de crecidas, por una parte, y reducción del caudal de estiaje, por otra).

Muchos países carecen de una red adecuada de estaciones de medición (pluviómetros y limnímetros) en las cuencas y en puntos específicos de las masas de agua, lo cual les impide determinar continuamente el caudal, las reservas y el volumen de extracción de las aguas superficiales. Por otra parte, carecen de personal calificado que se encargue de analizar los datos de medición, de vigilar el uso de las aguas superficiales en los distintos sectores y de elaborar balances hídricos (de aguas subterráneas y superficiales) y planes de gestión del recurso.

b) Alteración de ecosistemas debido a la extracción de agua

En épocas de estiaje, especialmente, cualquier reducción significativa del caudal de agua puede alterar completamente los procesos ecológicos de las aguas y de las orillas, llegando a degradar e incluso a destruir biotopos de gran valor paisajístico y ecológico. Además, puede verse alterada la estabilidad ecológica del lugar, con su diversidad equilibrada de especies vegetales y animales. Cabe anotar, sin embargo, que estos efectos sólo se producen cuando el volumen de extracción es considerable en relación con el caudal total de las aguas; es decir, cuando ya no está garantizado el abastecimiento mínimo del ecosistema. Por otra parte, los efectos de la extracción no son generalmente extensos, sino que suelen restringirse a pequeñas áreas topográficas, como por ejemplo franjas de las orillas y llanuras aluviales.

c) Introducción en la red de sustancias peligrosas desconocidas o que no se detectan

El uso de aguas superficiales para el abastecimiento depende siempre de la calidad de los recursos disponibles. Los sistemas de tratamiento correctamente diseñados disponen de instalaciones de vigilancia que permiten alimentar la red sin peligro. No obstante, al no detectar sustancias contaminantes en el agua, pueden surgir riesgos sanitarios e higiénicos, procedentes, por ejemplo, de fuentes de contaminación desconocidas. La contaminación puede producirse bruscamente en un punto donde normalmente hay una salida continua de aguas residuales relativamente innocuas (por ejemplo, vertido de una carga de sustancias tóxicas). Otro peligro son las sustancias difícilmente identificables, que pueden pasar inadvertidas por las instalaciones de control y de vigilancia. Esta categoría incluye toda una serie de disolventes industriales cuya ingestión a largo plazo -incluso en dosis ínfimas- produce cáncer en el ser humano. Donde exista un riesgo de exposición a tales sustancias, será necesario establecer y aplicar reglamentos estrictos relativos al manejo de zonas de protección de aguas. Asimismo, deberá preverse la instalación paulatina de aparatos de medición sensibles que den alerta oportunamente en caso de contaminación. Finalmente, deberá prohibirse la extracción de agua en los tramos afectados.

En los proyectos de explotación de aguas superficiales deben tomarse las siguientes medidas de protección:

- introducir sistemas de medición y de control adecuados, que permitan vigilar el nivel y el caudal de las aguas, las cargas de fondo, de arena y de sólidos en suspensión, la carga contaminante, así como la calidad química, física y biológica del agua y los parámetros más diversos de los ecosistemas de las cuencas;

- recopilar y analizar los datos obtenidos a través de los sistemas de medición y control y mediante evaluaciones hidrogeológicas;

- en zonas donde se aprovechan conjuntamente las aguas subterráneas y superficiales, recopilar y analizar datos hidrogeológicos -incluidos los resultados de mediciones continuas en pozos de observación y de abastecimiento- a fin de elaborar balances hídricos que permitan determinar el volumen de agua utilizable y mantener condiciones de distribución apropiadas;

- vigilar la calidad y la capacidad de autodepuración de las aguas superficiales;

- seleccionar y analizar datos que permitan introducir oportunamente disposiciones de protección y medidas legislativas para asegurar el suministro y que, al mismo tiempo, contribuyan a crear las bases necesarias para el abastecimiento en situaciones de emergencia.

- analizar y evaluar el uso actual de las aguas superficiales, a fin de evitar que las nuevas extracciones de agua y/o el vertido de aguas servidas perjudiquen a los usuarios aguas abajo;

- prevenir el desperdicio, restringir el volumen de agua disponible para determinados usos y llevar a cabo medidas de rehabilitación en los sistemas de distribución de agua potable (véase el punto 2.2.1).

2.3 Transporte y tratamiento de aguas brutas

La conducción de agua bruta en canales abiertos -especialmente de agua proveniente de fuentes superficiales higiénicamente inseguras o contaminadas- conlleva problemas sanitarios, debido al uso indebido y a otros contactos de la población con las aguas contaminadas.

El tratamiento de agua bruta contribuye en algunos casos a la degradación ecológica, debido, entre otras cosas, a la operación inadecuada de las instalaciones de depuración (supervisión deficiente de operarios, falta de dispositivos de alarma), a la aplicación de dosis excesivas de productos químicos (por ejemplo, de cloro) y al vertido de sustancias residuales, tales como lodos de tanques de sedimentación, tortas de filtración, salmueras concentradas procedentes de la desalinización y sustancias químicas (por ejemplo, existencias viejas de productos en almacén).

Por lo tanto, los factores a tener en cuenta en el tratamiento de aguas brutas incluyen la eficiencia de la técnica de depuración, el funcionamiento de los dispositivos de control y de alarma y las posibilidades de ajustar el tratamiento a variaciones estacionales en la calidad del agua sin tratar. El tratamiento correcto (transporte y pretratamiento del agua bruta, dosificación de sustancias químicas, floculación, filtración, desinfección, análisis del agua, etc.) depende asimismo del nivel de capacitación del personal de la planta depuradora y de las buenas condiciones higiénicas de las instalaciones.

En este contexto, pueden ser aplicables las siguientes medidas de protección ambiental:

- advertir a los habitantes sobre los riesgos de usar el agua contaminada e impedir el acceso a los sistemas de conducción de agua bruta, evitando con ello el uso (o consumo) del agua;

- introducir normas de calidad para los efluentes de las instalaciones de tratamiento, teniendo en cuenta la capacidad de absorción estacional de los cauces receptores, así como los derechos de uso en general y las necesidades de consumo previsibles de la población que vive aguas abajo;

- construir plantas de tratamiento con dispositivos de protección ambiental incorporados o instalar tales dispositivos en plantas existentes (por ejemplo, tanques de retención, dispositivos de aspersión para cloradores, instalaciones de almacenamiento seguras para combustibles y productos químicos);

- instalar aparatos de medición y de control para vigilar el volumen y la calidad del agua, así como para detectar perturbaciones en las plantas depuradoras (por ejemplo, daños en recipientes de cloro de fase gaseosa).

2.4 Redes de distribución

Las redes de distribución son una fuente potencial de efectos ambientales:

a) Debido al nivel técnico deficiente de los sistemas de abastecimiento de agua, especialmente en lo que concierne a las redes de distribución (calidad deficiente de los materiales y obras de tendido debido a una política equivocada de 'bajos costos'), muchos países registran un altísimo número de averías en los tramos subterráneos de la red. Mientras que el promedio de averías en los países industrializados es de 0,2 a 0,3 averías por kilómetro y año, en otros países pueden registrarse hasta 9,1 averías.

En muchos casos, las pérdidas de agua ocasionadas por tuberías deficientes son varias veces mayores que el consumo.

b) Los sistemas de abastecimiento frecuentemente tienen que producir el volumen máximo de agua para el que están diseñados mucho antes de lo planificado, debido exclusivamente a las grandes pérdidas. En este caso, es imposible mantener el suministro durante las veinticuatro horas del día, por lo que se recurre al 'abastecimiento intermitente'.

c) Cuando existen daños en las tuberías subterráneas, la interrupción temporal del suministro ('abastecimiento intermitente') produce un vacío en la red, el cual hace que penetre agua contaminada en la tubería, procedente de zanjas excavadas y cunetas mal selladas o rotas que conducen aguas residuales, así como de alcantarillas permeables, pozos sépticos defectuosos o rebosantes, rellenos sanitarios, depósitos de residuos tóxicos mal ejecutados, etc. Todo ello constituye un riesgo sanitario para la población.

d) Si no hay suficiente presión hidráulica en la red, o si los tanques de agua tratada no mantienen un flujo determinado, el agua tiende a estancarse y se inicia el proceso de putrefacción.

e) En muchos sistemas de distribución deficientes, la contaminación del agua suele ser tan grave que resulta difícil eliminarla, incluso aplicando altas dosis de desinfectantes (por ejemplo, de cloro) antes de introducir el agua en la red. En este caso, el agua sufre un fuerte deterioro orgánico entre el punto de alimentación de la red y la toma del consumidor, pudiendo convertirse en un riesgo sanitario permanente.

Las siguientes medidas contribuyen a minimizar los efectos de una distribución deficiente en los sistemas de tuberías:

- evaluación crítica y adaptación de tecnologías desarrolladas en los países industrializados para reducir las pérdidas de agua, teniendo en cuenta las condiciones del país destinatario y las necesidades específicas (por ejemplo, uso de detectores para identificar pérdidas en tuberías de agua a baja presión, determinación del volumen de pérdidas en sistemas de suministro intermitente y medición del consumo zonal para determinar las pérdidas en zonas de distribución con dotación insuficiente de válvulas de compuerta e hidrantes);

- instalación de sistemas apropiados de medición y de control y mejoramiento de la red (por ejemplo, instalación de válvulas de compuerta esenciales), a fin de vigilar constantemente el consumo, el desperdicio y las pérdidas de agua, identificar tomas ilegales y determinar la efectividad de las mejoras (reducción de pérdidas, etc.), comparando para ello las condiciones de alimentación y la presión disponible en las distintas zonas de distribución;

- registro del número de averías en las distintas zonas de abastecimiento de la red;

- definición de prioridades para mejorar de forma sostenida la distribución del agua en la red urbana (detección y reparación oportuna de daños, rehabilitación o renovación de tramos de tubería particularmente susceptibles a averías, etc.);

- mejoramiento de la calidad del material empleado y de las obras de tendido en el sistema de distribución de agua;

- establecimiento de un régimen de abastecimiento continuo (con suficiente presión en la red las veinticuatro horas del día), después de haber mejorado el sistema de distribución;

- vigilancia de la calidad bacteriológica del agua (por ejemplo, de los excedentes de cloro) en las conexiones de los consumidores y/o en las pilas públicas.

2.5 Efectos de los proyectos de abastecimiento de agua en zonas urbanas

El propósito del abastecimiento de agua en zonas urbanas es proveer agua higiénicamente aceptable al consumidor, en cantidades adecuadas. El uso de agua potable de buena calidad elimina los riesgos sanitarios procedentes del consumo de agua en malas condiciones higiénicas. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que cualquier aumento en el consumo de agua conlleva un aumento paralelo en la producción de aguas residuales, las cuales deben ser eliminadas de forma adecuada para evitar otros riesgos sanitarios mayores (propagación de 'enfermedades hídricas').

Aunque el 100% del agua producida y distribuida por los sistemas de abastecimiento urbanos modernos es agua potable higiénicamente aceptable, solamente entre el 5% y el 15% de los usos exigen agua de tan alta calidad. Por tanto, el ahorro de agua potable incide de manera importante en los costos. El uso ahorrativo y eficiente del agua puede lograrse mediante la introducción de tarifas (dependientes del volumen de consumo y calculadas para cubrir los costos) y, en algunos casos, mediante la operación de redes de suministro separadas para el agua potable y para agua destinada a otros usos.

El transporte de agua en condiciones antihigiénicas desde las pilas públicas hasta el consumidor, así como su almacenamiento en el hogar o en instalaciones domiciliarias deficientes (tanques de almacenamiento en el techo), conllevan riesgos sanitarios permanentes y constituyen un problema especial.

Los efectos negativos derivados de los proyectos de abastecimiento de agua urbanos suelen ser un producto de errores y deficiencias, tales como:

- calidad deficiente de los materiales y de las obras;

- deficiencias en materia de operación, mantenimiento y rehabilitación;

- suministro de un volumen superior al previsto inicialmente en la planificación, debido al desperdicio y a las pérdidas de agua;

- falta de información de la población, especialmente de las mujeres, quienes suelen ser las encargadas de transportar y almacenar el agua en el hogar, de realizar trabajos de limpieza y de preparar los alimentos.

La reducción del nivel de suministro debido a averías en el sistema genera descontento entre los consumidores y reduce la voluntad de éstos de pagar por el servicio. Esta situación, además de disminuir los ingresos provenientes de la venta de agua, hace que los consumidores pierdan interés en las campañas de motivación y concientización (educación higiénico-sanitaria, uso eficiente del agua, participación comunitaria, etc.).

Existen trabajos de mantenimiento y rehabilitación cuya ejecución exige la recopilación y el análisis sistemático de datos e informaciones. En este caso, deben seleccionarse cuidadosamente los criterios de planificación y ejecución, especialmente cuando se trata de secciones ocultas de las instalaciones de abastecimiento, como pueden ser las tuberías subterráneas. Muchas veces se cometen graves errores en este ámbito, como el de cambiar tuberías antiguas (por ejemplo, tuberías cuya edad supera los 50 años) sin tener en cuenta que su resistencia a las averías puede ser superior a la de las tuberías instaladas en los últimos 20 años.

En muchos casos se construyen nuevas instalaciones de captación y tratamiento en lugar de reparar las redes de abastecimiento existentes que se encuentran en malas condiciones.

En términos generales, se puede decir que un sistema de abastecimiento de agua urbano en buen estado repercute de forma positiva en el estado de salud de la población cuando va acompañado de otras medidas destinadas a mejorar de forma sostenida las condiciones sanitarias y de vida en la zona abastecida. Tales medidas incluyen mejoras en los sistemas de eliminación de aguas residuales y de residuos sólidos, así como en la higiene alimentaria, las condiciones de vivienda, etc. En este contexto deben tenerse en cuenta especialmente los siguientes objetivos:

- cambio de actitudes tradicionales de la población ante la escasez, y replanteamiento de la importancia del agua como recurso natural (el agua no es un 'bien libre');

- concientización e integración de los grupos destinatarios en los proyectos, especialmente de las mujeres, para lograr un mejor entendimiento de las expectativas, la valoración y los costos de un sistema de abastecimiento eficiente y de las mejoras sanitarias.

Los efectos negativos de los proyectos de abastecimiento de agua urbanos se reducen al mínimo cuando las instalaciones se planifican, construyen, operan y mantienen respetando las condiciones locales y aplicando los conocimientos tecnológicos más recientes. Todas las instalaciones -tanto las de captación como las de distribución- deben operar las veinticuatro horas del día, a fin de evitar especialmente la contaminación del agua destinada a la distribución. Además, es indispensable asegurar el uso ahorrativo del agua distribuida, recurriendo para ello a la instalación y el uso riguroso de instalaciones de medición y de control y/o al cobro de tarifas y gravámenes adecuados.

Se requieren, por otra parte, medidas paralelas de eliminación de aguas residuales, así como otras medidas de saneamiento.

La ejecución correcta de los trabajos de mantenimiento y rehabilitación en las instalaciones de abastecimiento existentes, especialmente en las sensibles tuberías subterráneas, reduce las pérdidas de agua, evita el descontento entre los consumidores (ocasionado por interrupciones frecuentes en el servicio, servicio intermitente, etc.) y previene de esta manera la reducción de los ingresos procedentes de la venta de agua.

Otras medidas esenciales que contribuyen a evitar los efectos negativos de los proyectos son:

- introducción de sistemas de medición y de control que permitan registrar la presión y el volumen de consumo y detectar oportunamente cualquier daño en las instalaciones de abastecimiento (redes de distribución);

- introducción de sistemas de medición y de control que permitan vigilar la calidad del agua potable suministrada;

- integración de la población, especialmente de las mujeres, en las diversas actividades de control (por ejemplo, informar sobre daños, fugas y casos de derroche), así como en la transmisión de conocimientos de higiene aplicables al uso del agua (acarreo, selección de recipientes adecuados para el transporte y el almacenamiento en el hogar, etc.);

- introducción sistemática de mejoras destinadas a optimizar los futuros sistemas de abastecimiento;

- introducción de sistemas eficientes de operación y mantenimiento;

- planificación de ampliaciones basada en necesidades concretas y condiciones reales;

- prevención de errores tradicionales, así como de la adopción precipitada de técnicas empleadas en los países industrializados.


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